A todos nos ha pasado de pequeños eso de que el balón con el que estábamos jugando acabara en el tejado o la terraza de algún desconocido. Avergonzados por la posible reacción del dueño del inmueble o conscientes de que el acceso era imposible, acabábamos dando el juguete por perdido. Eso más o menos es lo que le pasó en 1971 al astronauta Alan Shepard, aunque su caso fue un poco diferente, pues lo que perdió fue una pelota de golf en la Luna.
Se trataba de uno de los tripulantes de la Apolo 14, la tercera misión que logró aterrizar en nuestro satélite. La imagen caminando entre los cráteres selenitas ya no tendría demasiado impacto, pues todo el mundo había visto hacerlo por primera vez a Neil Armstrong dos años antes. Por eso, para este viaje se decidió que la nave cargara con algunas pelotas y palos de golf. Una vez allí, fue Shepard el que se atrevió a practicar unos tiros. La tarea era complicada, pero consiguió lanzar algunas bolas. Por desgracia, una de ellas se perdió y han sido necesarios 50 años para localizarla.
Así se perdió una pelota de golf en la Luna
En una nave con destino a la Luna hay que optimizar el espacio. No se puede llevar demasiado equipaje inútil. Por eso, los palos de golf en realidad no eran como los habituales, ya que la cabeza estaba acoplada a una herramienta de recolección de muestras. De este modo, podrían matar dos pájaros de un tiro: tomar muestras para su investigación y captar una imagen llamativa para la posteridad.
Cuando llegó el momento de la verdad, fueron necesarios varios lanzamientos. El traje dificultaba la movilidad, la escafandra reducía la visibilidad y la baja gravedad del satélite impedía al astronauta mantenerse estable. Los primeros golpes acabaron con la pelota casi a sus pies. Sin embargo, finalmente consiguió realizar un buen swing con dos de ellos.
En uno la bola cayó relativamente cerca y el compañero de Shepard, Edgar Mitchell, no tardó en encontrarla en un cráter próximo. Sin embargo, la segunda aparentemente se extravió en la oscuridad. Los astronautas declararon que posiblemente se había alejado “millas y millas”, dando por perdida la pelota de golf en la Luna.
Permaneció de este modo durante 50 años; aunque, en realidad, justo antes de que abandonaran el satélite la bola aún seguía muy cerca de ellos.
La bola siempre estuvo ahí
Andy Saunders es un especialista en edición de fotografía que ha destacado por conseguir la imagen más nítida de Neil Armostrong sobre la Luna.
Pero la número 11 no fue la única misión Apolo en la que ha centrado su trabajo. Por sus manos han pasado la mayoría de fotografías que se tomaron durante los años en los que el ser humano caminó sobre la Luna.
Y se encontraba precisamente manos a la obra, mejorando digitalmente las pertenecientes al Apolo 14, cuando algo llamó su atención. ¡Una pelota de golf en la Luna!
Aquellas imágenes se habían tomado después de que Mitchell recogiera la primera bola, por lo que debía de tratarse de aquella segunda que se había extraviado. Sin embargo, no había viajado millas y millas. De hecho, solo estaba unos pocos metros más allá de la primera. Si la que encontraron estaba a 22 metros del punto de lanzamiento, la segunda solo se había alejado 14 metros más.
No debemos quitar el mérito, pero tampoco olvidar que Shepard era un astronauta, no un golfista profesional. Si lo hubiese sido, posiblemente habría logrado enviar la pelota mucho más lejos. Al menos eso es lo que afirma el propio Saunders, según explican desde IFLScience. Llegó a esta conclusión tras calcular cómo de lejos viajaría una pelota de golf en la Luna si la lanzaran a 298 kilómetros por hora, con un ángulo de 45º y, por supuesto, bajo la gravedad selenita. No seleccionó la velocidad al azar, sino que eligió la que alcanzó en 2016 el golfista profesional Jimmy Walker. Si él hubiese lanzado aquella bola, quizás se habría alejado más de 4 kilómetros. Pero claro, no todo el mundo puede ser un jugador de golf profesional, como no todo el mundo es capaz de lograr lo mismo que un astronauta.