Editorial

Pequeñas formas de habitar el silencio – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Pequeñas formas de habitar el silencio

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Fb: Ediciones Ave Azul Twitter: @adairzv YT: Ediciones Ave Azul Ig: Adarkir

 

En noviembre del 2020 salió publicada la antología “Pequeñas formas de habitar el silencio”, editada por Versoterapia, y compilada por el escritor Óscar Páez; algo bueno debía tener el año. La antología reúne a 18 escritores, que son en orden de aparición: (haiku) E Adair Z V, Guadalupe Hernández Benavides; (minificción) Alan Amado Lemus, J. R. Spinoza H, Salvador Montediablo, Gaba Romualdo; (poemínimos) Jimena Martínez Peña, Melisa Colisión Cano, Roberto Alonso Ramos Erosa, Óscar Páez, Omar Pérez Rito, Gabriela Zavala Gatica, Verónica Uribe María, Blanca Iveth Gómez Arteaga, Rubí Medina Rodríguez, y; (narrativa) Yolanda Carrillo Vázquez, Luis Rubén Rodríguez Zubieta y Jeimy Alessandra Sánchez Galvan. Estos 18 autores, con quienes tengo el placer de compartir espacios, de variopintas formaciones, estilos y experiencias, circundan alrededor de lo que reza el título, con una edición de bolsillo de 11×9 cm que reúne textos breves. Los géneros que incluyen son la poesía en formato de haiku y de poemínimo, y la narrativa en minificción y cuento breve. Esta compilación, salvo algunos errores de tipografía, cumple con la meta de mostrar los pequeños universos que cada una de estas personas reúne a su alrededor.

El proyecto editorial fue rápido y tempestivo, así como es el poeta compilador, que se mueve en las redes como un pececillo curioso, y que conjugó a distintos creadores para terminar reuniéndolos en este libro. Aunque puede parecer una lectura muy liviana por la extensión, cada uno de los exponentes hace muestra de sus estilos, de sus temas recurrentes, y de la soltura con que manejan la técnica literaria en la que se nota se han especializado. Me agrada por demás ver que todos somos casi contemporáneos, siendo una antología de generación, quizá buscado o no, a través de la cual se puede vislumbrar que no hay un hueco entre las generaciones que nos sucedieron y las que vendrán; más aún, el caso de Jeimy Alessandra es afortunado, quien con sus 12 años de edad es la participante más joven. Además de eso, las diferencias geográficas hacen de este proyecto algo de alcance nacional, yendo de norte a sur, pasando por el centro y por el centro geográfico, reuniendo el aliento de los viajeros.

El formato de libros pequeños tiene además su gracias, como una forma estética que rebosa en la meticulosidad del artesano en lugar de la pomposidad del fanfarrón. Es una antología compacta que explota al momento de abrirla, que se puebla de los silencios y las reflexiones que el lector tiene que ir haciendo al saltar de un mundo al que le sigue. Si bien es una opción que técnicamente se puede leer en menos de un día (bien leído, con la calma que requiere), no por eso la sensación que desprende al terminarlo es menos fuerte. Queda algo de nostalgia tras ese vendaval de lenguas que rozan por los ojos, y que nos dejan entrever que no sólo en gustos se rompen géneros, sino que existe una propuesta actual de gente que va cursando el afanoso mundo de la literatura mexicana moderna. Está demás hablar de la calidad de los escritos, cuando estos por sí mismos hacen que quien los atraviesa se tenga que hacer el planteamiento sobre si le han agradado o no. El que sean textos breves orilla a los autores a condensar su aliento, y mediante esa dura prueba, decantar un licor magnificado que resuma su estilo. Además, la estética del libro por sí misma es muy agradable, pesando lo suficiente para caber cómodamente en la palma de las manos.

Como lector, me deja una sensación de contento por revisar las páginas, aunque hay detalles que algunos autores pueden plantearse para mejorar, aunque hay otros que sería difícil decirles señalarles alguna novatada. Pero es mayor la sensación de haber invertido muy bien el tiempo de lectura en sus páginas, de haber obtenido algo valioso en sus espacios blancos, y tener la certeza de que es una cantera que ayudará a esta nueva generación de creadores a vislumbrar lo que otros están haciendo. Estas pequeñas formas cumplen con la rigurosidad del artesano, y se van infiltrando lentamente por la conciencia hasta completar su objetivo en la vida. La experiencia de aparecer en una antología es normalmente agradable para el ego, pero es sustancialmente importante como una técnica de aprendizaje, de corrección por lectura en impreso, y de comparación con otros semejantes. Cada autor tiene su estilo, su lenguaje, y su búsqueda. Es de felicitar al compilador, Óscar, de tener la iniciativa de echar a andar proyectos de esta naturaleza, y de dedicar su buen humor a la construcción de redes de artistas, de espacios de intercambio, y de expiación para cada una de estas plumas, entre las que me incluyo.

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