Editorial

Asesinato y confesión – Letranías

Asesinato y confesión

Alan J. “EL Tosco” Luna Moreno

Letranías

 

Vivía conmigo, me tenía atado a la cama, la ilusión secuestrada, me alimentaba de café y cigarrillos baratos, custodiando la cuerda en la sala la muerte rondaba aclamando mi llegada.

La pandemia había encerrado a todos en casa, abierto canales virtuales con gente que sólo dios sabe si existe, o, si es un truco desde el interior de algún penal, un estafador profesional, o un engatusador tratante de blancas que vende niños en retazos.

La urgencia de atención de las ansiedades malsanas y destruidas por el desamor, víctimas, blanco fácil para el destroce de la sociedad, niñas vestidas de señoras con bailes sexuales, señoras vestidas de niñas jugando sin ropa interior.

Los cerdos tras las pantallas no dejan de buscar quien sosiegue su aburrimiento, regalando poesías baratas y palabras de amor más trilladas que una promesa de gobierno, un like es igual a una rosa, un retweet es igual a un acepto en el atrio de la iglesia, jajaja, maldita sociedad estás podrida.

Me encuentro dudoso con el cuchillo en mano cuestionando: ¿por qué no he podido ser recto?, ¿por qué la pulcritud me es difícil?; tener un cambio benéfico en mí, construir y no destruir, apoyar y no criticar, comenzar por mí antes que imponer.

Esa bestia que habita el reflejo en el espejo huyó cuando vio el hambre de cambio en mis ojos, incluso intentó retarme estérilmente, lo espíe por días, semanas, meses, cuando menos lo espero, estaba parado frente a él, un movimiento en falso y quedo frío, tendido a mis pies, miraba fijamente a mis ojos, te decías demonio, pobre luciérnaga fundida, nunca intentes derribar la flama del verdadero ser, que sabe amar honestamente, nunca intentes envalentonarte con una voluntad más grande que tus letras pobres, reí en su cara, le dije, despierta sólo fue una pesadilla.

Al abrir los ojos las cadenas se habían disipado, los sueños se habían reestructurado, soy ejemplo de la muerte y resurrección de la voluntad, Nietzsche tus hijos seguimos en pie de lucha.

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