Editorial

La justicia, elecciones y el hazmerreír de nadie

“No queremos ser el hazmerreír de nadie” ¿Qué significa eso viniendo del Presidente, del hombre más poderosos de este país? Habrá quien piense que se trata solo de una expresión, una más de las cientos que dice López Obrador en las mañaneras. Pero, meditado o no, la expresión es en sí misma un desafío a quienes lo contradigan, sea la Corte, el Congreso de Tamaulipas, o el propio Gobernador García Cabeza de Vaca. El Presidente quiere la cabeza del Gobernador antes de la elecciones y nadie va a contravenir su deseo, nadie va a burlar su designio.

No sé si el Gobernador de Tamaulipas es culpable o inocente. Vamos a suponer, como ejercicio argumentativo, que efectivamente lavó dinero, que la acusaciones de la Fiscalía General de la República son ciertas y están fundadas. Que la Unidad de Inteligencia Financiera hizo su chamba y la hizo bien. Que la valoración del Juez para emitir una orden de aprehensión está perfectamente fundamentada y conforme a derecho. El problema es que la Corte dijo que mientras permanezca el fuero que le otorga la Constitución del estado de Tamaulipas y no exista un juicio de procedencia de parte del Congreso local, el señor no puede ser aprehendido. En ese contexto, el Fiscal Gertz nunca debió haber solicitado la orden de aprehensión contra un Gobernador con fuero porque quien está cometiendo un delito es él, una falta tipificada como delito de servidores públicos.

Qué significa entonces eso de “no queremos ser el hazmerreír de nadie”. En sentido literal es que nadie se va a burlar de ellos, y está bien si lo que el señor Presidente quiere decir es que nadie se va a burlar de la Ley. Pero al parecer es todo lo contrario, el sentido de la declaración es que una ley, una decisión de un Ministro de la Corte o una resolución de un Congreso local no lo va a detener para hacer justicia, su justicia, con sus tiempos, con sus condiciones, sus filias, fobias e intereses.

¿Qué está viendo el Presidente de cara a la elección del 6 de junio que está dispuesto no solo a meterse de cabeza a la elección (el Presidente vive en campaña desde el primer día de su mandato) sino a poner en riesgo a su Fiscal y su relación con la Corte? Quizá la respuesta esté en la propia mañanera, la del martes, cuando dijo que estaba perdiendo el apoyo de las clases medias y de las personas con mayor grado de escolaridad. Conforme se acerca la elección, como es normal, la previsión de resultados es cada vez menos halagüeña para su causa y si bien su partido sigue muy por arriba del resto ya nadie habla de carro completo.

Todo el peso de la ley contra cualquier personaje –sea Gobernador, funcionario público o malandro sin puesto de elección popular– que haya cometido un delito, pero que sea efectivamente el peso de la ley no la pesada mano de un Presidente enojado y en campaña.

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