Ronald Koeman será el entrenador del Barcelona la próxima temporada, después de ser confirmado en su puesto por Joan Laporta en una rueda de prensa en la que, en paralelo, aprovechó el presidente para dar la bienvenida a Jordi Cruyff y presentarlo como una suerte de «comodín», lo que invitó a pensar que la vigilancia sobre el entrenador holandés será una constante.
Dominador excelente de la oratoria, Laporta, acaso sin pretenderlo, le colgó una espada de Damocles a Koeman inmediatamente después de proclamar que su confianza en el técnico es «máxima» y que, sin perder la sonrisa, el Barça de la próxima temporada responderá a las expectativas tanto por la política de refuerzos en la plantilla como por una nueva/vieja idea futbolística que se instaurará en el equipo azulgrana.
Sin decirlo abiertamente, y asegurando que no se le había ocurrido discutir aspectos técnicos con Koeman, Laporta sí deslizó el cambio de paradigma futbolístico y anunció que el nuevo Barça recuperará sus esencias en cuanto a filosofía futbolística, presión, posición, combinación y atrevimiento. La pelota, a partir de aquí, está en el tejado del entrenador, «reforzado» según el presidente pero cuya continuidad muestra, a la vez, tantas luces como sombras.
El presidente, durante su discurso ante los medios, no se anduvo por las ramas al convenir que Koeman no era su entrenador porque al llegar al mando del club ya estaba y, de esta manera, marcó distancias con un viejo capítulo en el que fue protagonista directo: en enero de 2004, contra la opinión generalizada del entorno, y desde el propio club, mantuvo en el cargo a Frank Rijkaard cuando su despido era una exigencia generalizada y su entonces vicepresidente deportivo Sandro Rosell había incluso negociado con Luiz Felipe Scolari con vistas a ocupar el banquillo tras un paso efímero de un entrenador de la casa, Gratacós.
Aquel atrevimiento, casi suicida, podría tener algún paralelismo con la actualidad, reconocido con matices por el presidente que dejó constancia de lo mucho que espera del ahora entrenador, a quien habría que escuchar tras esos condicionantes y cuyo mando al frente del nuevo proyecto muestra puntos favorables… Y dudas evidentes.
PROS
La permanencia de Ronald Koeman es un guiño a su atrevimiento con la juventud. Eso quedó demostrado la pasada temporada y es una tarjeta de visita que avisa de cara a la siguiente. Al día siguiente de ser presentado como entrenador, el holandés ‘aconsejó’ a Pedri una cesión para foguearse y en un abrir y cerrar de ojos cambió ese planteamiento para convertir al joven futbolista canario en una de sus piezas maestras.
Ya fuera por obligación o por devoción (o una mezcla de ambas), la lesión de Gerard Piqué catapultó al escenario tanto a Ronald Araújo como a Mingueza, canterano este que en agosto apenas si entraba en los planes del filial, para hacer de ellos dos jugadores solventes en sus planes.
Utilizó, aunque en cuentagotas, a Konrad de la Fuente y catapultó a Ilaix Moriba con el mismo atrevimiento que dejó fuera de sus planes a Miralem Pjanic y contuvo la presión del entorno con Riqui Puig, nombre utilizado habitualmente para atizarle por la poca, casi nula, confianza que le dio a lo largo de la temporada.
Koeman llegó a un equipo destruido y derrumbado, a un club entre deprimido y hundido y se convirtió, en medio de la tormenta, en la única voz autorizada en plena tormenta electoral. Supo ganarse el favor de Lionel Messi, que no es poco atendiendo a que se encontró con un argentino que quería marcharse, y le reconvirtió con mano izquierda (algo de lo que no anda sobrado) en la clave del equipo a pesar de cargar con el peso de ser quien despidió a Luis Suárez.
Y, lo que tampoco es cualquier cosa, tuvo que lidiar desde noviembre con la ausencia de Ansu Fati, segundo máximo goleador del equipo cuando se lesionó, para encaminar la temporada sin una referencia atacante que acompañase al argentino.
Sacó lo mejor de Frenkie de Jong, recuperó una excelente versión de Sergio Busquets y hasta mostró el mejor perfil, discontinuo pero aumentado, de Ousmane Dembélé y de Antoine Griezmann.
Nunca ocultó Koeman, ni lo ha hecho ahora, que el vestuario necesita nuevas piezas porque contaba con un grupo descompensado y ha avalado tanto el fichaje de Eric García como de Emerson Royal, demostrando con el brasileño que no se casa con nadie después de apadrinar la llegada hace diez meses de Sergiño Dest.
Aceptó el fichaje de Sergio Agüero porque, aún siendo un veterano que pueda despertar dudas, entiende que es un futbolista que mejora las prestaciones de Martin Braithwaite y puede ser un buen recurso si recupera el tono que mostró en años anteriores con el Manchester City y, además, mantiene la necesidad de incorporar a dos jugadores para él claves, Memphis Depay y Georginio Wijnaldum, por más que despierten no pocas reticencias en el entorno del club.
Personaje de indiscutible ascendente en la historia moderna del Barcelona por su consideración de leyenda en el Dream Team, a Ronald Koeman no le ha costado variar sus planteamientos: quiso imponer un doble pivote hasta aceptar que no funcionaba y varió tanto hacia el 4-3-3 como, más aún, a la tripleta de centrales que discutida al término de la temporada ofreció un indiscutible rendimiento en el despertar del equipo durante varios meses…
CONTRAS
Laporta aseguró, firme, que la posición del entrenador quedó reforzada… Pero eso habrá que verlo. Durante más de dos meses su continuidad estuvo en el alero y en el último no fueron pocas las especulaciones que le condenaban, quedando su figura tan en entredicho que no puede asegurarse que mantenga intacto su ascendente en el vestuario.
Como ocurre siempre, los resultados dirán si los jugadores siguen creyendo en él o creen más o menos… Pero no es un secreto que la obligatoriedad de variar los postulados futbolísticos tras la ‘invitación’ pública del presidente le dejan en una posición difícil.
«Espero un Barça más competitivo, con mentalidad ganadora y fútbol más ofensivo, jugando a lo que nos gusta, tener el balón, presionar más, porque Koeman tendrá jugadores para hacer una presión más intensa. Y que no haya ninguna relajación”, anunció Laporta. Y Koeman, deberá tomar buena nota de ello. Y cuando lo haga, si lo hace, mostrará una debilidad evidente ante sí mismo por cambiar su ideal futbolístico.
También negó el presidente azulgrana que durante estos últimos meses haya conversado con otros entrenadores porque «Ronald era nuestra prioridad» y sentenció que no hubo nombres sobre la mesa por más que se hayan filtrado, publicado y anunciado conversaciones con más de uno, de dos y de tres técnicos de prestigio… Pero a las primeras de cambio la figura que se coloca en el escenario es la de Jordi Cruyff.
Amigo personal de Koeman, el hijo de Johan Cruyff entra en el Barça en una posición difícil y deja al entrenador en una no más cómoda. Los resultados, y no en noviembre o diciembre, sino ya en agosto y septiembre, serán los que marquen la fuerza de un entrenador que se sabe en entredicho desde el primer día
Y eso no es cualquier cosa…