Editorial

Del cabello y otras cosas – Padecimientos literarios y otras afecciones

Del cabello y otras cosas

Mariel Turrent

Padecimientos literarios y otras afecciones

 

Regresando a las banalidades de la vida, única cosa que realmente vale la pena de nuestra existencia, discutíamos abiertamente del cabello. Erika se queja porque tiene mucho y rebelde, Laura porque tiene poco y no le crece parejo.

 

—¿Cómo que no te crece parejo?

—¡No! Me crece así, como en capas —dijo Laura.

 

Y en efecto así es: Laura cree que el pelo no le crece parejo y no le crece parejo.

 

Resulta que la casa de Laura, igual que la mía, la de Erika y la de todos quienes vivimos en esta selva tropical, está llena de hormigas: hormigas de todos tipos, grandes, chiquitas, obscuras y rubias. Las hormigas que habitan la casa de Laura, en las noches, cuando duerme, le van comiendo las puntitas del cabello y, como lo tiene rizado, ni se nota que está un poco disparejo. Ella, entre sueños, piensa que su esposo Alfredo la acaricia, mientras que él, que duerme como una roca, ni se entera. Las hormigas de la casa de Laura son verdaderamente particulares: además de comerle el cabello, no duermen, ya que han escuchado decir que el pelo de Laura es café y que el café quita el sueño.

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