Editorial

Apuntes y lecciones

Por: Alejandro Páez Varela

Las lecciones que deja la elección de 2021 son muchas y los partidos y sus dirigentes deberían entenderlas y actuar con rapidez. Como Manuel Velasco, por ejemplo: ya hizo cuentas y ahora que tiene los votos que buscaba de su alianza con Morena empezará a encarecer el favor del Partido [supuestamente] Verde. Ya dijo que revisará su alianza con el movimiento de Andrés Manuel López Obrador porque, a su buen entender, “la gente” (ese abstracto que nadie ve pero que dicen entender a la perfección) ya no quiere “crispación social ni divisiones”, cualquier cosa que eso signifique.

Velasco está anunciado, pues, que podría brincar a los brazos del partido que le ofrezca más, aunque es sabido que lo tienen bien agarrado. Primero, porque su nueva bancada en la Cámara de Diputados incluye incondicionales de Mario Delgado, es decir, de Marcelo Ebrard; e incondicionales también de Ricardo Monreal. Y segundo, porque dentro del Gobierno hay quien lo conoce muy bien y uno de ellos es Santiago Nieto Castillo, el Fiscal anticorrupción que muy pronto le comió el mandado a Alejandro Gertz Manero (quien lleva dos años en coma y a veces no parece siquiera respirar). No será fácil para Velasco distanciarse de Morena porque lo conocen desde las tripas. Una demostración fue lo que publica Reforma este fin de semana sobre las auditorías que le hizo el SAT, donde se hallan operaciones simuladas con empresas fantasma. Pero la lección es que debe ir preparando su salida de la alianza con Morena porque el chiste del parásito es saber a dónde brincar enseguida.

Si son inteligentes (y dejan de celebrar como borrachos en fiesta ajena), los partidos que atendieron el llamado de Claudio Equis podrían reconocer que juntos no sacan chispas. Esa es una gran lección. Aunque siempre anduvieron juntos es ahora que se encerraron en una misma jaula y pudieron aparearse para descubrir que son una misma especie; que los tres tienen cola y cuernos; que eso de ser de izquierda o de derecha nunca existió en PAN, PRI y PRD. Que son una misma cosa. La lección es que pueden amarse. Les falta aprender a qué sabe el triunfo, porque no les llegó. Pero pueden amarse. Y más adelante, quizás, podrían mostrar de qué le sirven juntos a la sociedad. Es decir, podrían empezar a armarse un pequeño plan de gobierno porque eso no lo vieron necesario en 2021. Sólo se unieron alimentados por un mismo odio (el odio por López Obrador), pero eso no ofrece garantías de que podrán gobernarse entre ellos o gobernar a otros.

Y Morena es, quizás, el que tiene más lecciones que cosechar de 2021. La primera es obvia pero no lo fue: que los candidatos importan. En 2018, Morena se hizo de la Presidencia porque el candidato lo era todo. En 2021, la dirigencia nacional se sacó de la manga a varios que eran impresentables por cumplir cuotas o acomodar cuates. Clara Luz Flores se desmoronó en el camino; en San Luis Potosí Mónica Rangel fue simple relleno y el candidato era Ricardo Gallardo. Y así, los casos se multiplican.

La otra es su juego perverso con los partidos parásitos. Y aquí no sólo es el Partido Verde, sino los otros satélites también. Primero: ¿qué no se sienten suficientes con el logo de Morena? ¿Por qué tienen que competirse a sí mismos con otros logos y otros partidos? Segundo: esos partiduchos le tiraron a Morena espacios por todo México. Y pongo ejemplos de la capital para que se vea el daño que causaron los asociados de Ricardo Monreal pero aclaro que él no fue el único. Hubo traiciones de todos adentro de Morena.

1. Azcapotzalco.
Margarita Saldaña, del PRIANRD, ganó con 85 mil 834 votos o el 42.90 por ciento.
Vidal Llerenas, de Morena y PT, perdió con 74 mil 908 votos o el 37.44 por ciento.
Pero la candidata de Fuerza por México, partido de Monreal, tuvo allí 17 mil votos o un 8.7 por ciento. Es decir, Vidal Llerenas perdió con fuego amigo.

2. Tlalpan.
Alfa Eliana González, del PRIANRD, ganó con 118 mil 626 votos o el 41.29 por ciento.
Gabriela Osorio, de Morena y PT, perdió con 112 mil votos o 39.02 por ciento.
Pero la candidata de Fuerza por México tuvo allí 10 mil 791 votos o un 3.7 por ciento. Es decir, Alfa Eliana perdió con fuego amigo.

3. Cuauhtémoc.
Sandra Cuevas Nieves, del PRIANRD, ganó con 119 mil 202 votos o el 48.06 por ciento.
Dolores Padierna, de Morena y PT, perdió con 94 mil 548 votos o el 38.12 por ciento.
Pero el candidato de Fuerza por México tuvo 2 mil 868 votos; la del PES tuvo 3 mil 877 votos y la del PVEM tuvo 5 mil 114 votos. Entre todos pudieron derrotar a Cuevas pero no: es sabido que ella es más cercana de Ricardo Monreal que Dolores Padierna. Por citar. Y la misma Dolores era una mala candidata. Todo se juntó: adiós Morena en la Cuauhtémoc.

Por último: la mayor lección que deja 2021 a todos es que nadie tiene asegurado el boleto para 2024. El PRIANRD tiene problemas hasta para definir los liderazgos: Felipe Calderón se le atravesará a Ricardo Anaya y viceversa; Alfredo del Mazo a Alejandro Moreno y a Alejandro Murat y así. No hay candidatos “naturales” y nadie puede decir que ya tomó ventaja. Vean a Marcelo Ebrard, que en el juego acaba de pisar una serpiente después de dos años de escaleras.

Morena debe entender dos cosas: que PAN y PRI son muy disciplinados; cuando se trata de jalar, hacen a un lado sus diferencias y empujan en un mismo sentido. Y la otra es que en esto, al que se duerme –diría Sabines–, se lo comen los gusanos.

Es la Ciudad de México, estúpidos (nadie se ofenda que cito un clásico): si descuidan sectores y desatienden tramos de población; si no comunican lo que se está haciendo para TODOS y si alimentan la idea de que su “4T” es para unos sí y otros no; si no reman en un mismo sentido y si no dejan de darse con los remos en la espalda, entonces tendrán votos de castigo y voto dividido y les darán reversa. Lo que pasó en la capital, pues.

Morena debe entender, además, que en 2024 ya no tendrá a Andrés Manuel López Obrador. El padre del movimiento y su gran factor de cohesión tomará su camión al rancho y adiós, allí se ven. Y quiero ver a Morena para entonces. Si no entienden ahorita, olvídense de 2024 desde hoy. El sueño se quedará en una borrasca de seis años. Y ya.

 

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