Con Daños y Prejuicios: la cultura social en la narrativa de Francisco Payró
Gloria Chávez Vásquez
El nuevo libro del escritor mexicano Francisco Payró es un panorama de la vida urbana en todas sus dimensiones. Siete cuentos, en 88 páginas, que contribuyen a enriquecer intelectualmente al lector y cuyas historias podrían muy bien ser la secuencia en las etapas de una o muchas vidas.
Ya nos había sorprendido gratamente con su estilo sobrio, elegante y ameno, el autor mexicano que escribe desde Villahermosa. La narrativa de Payró, precisa, clara y sin ambigüedades, nos conduce en una jornada que guía con su certera pluma, y nos permite caminar en los zapatos de sus personajes para entender sus motivaciones y decisiones, con el sesgo de una intriga, que persiste hasta mucho después de concluido el viaje.
Con Daños y prejuicios, es el título que le procuró su madre, Isidra, en uno de esos juegos de palabras que hacen del español y los albures que salen de México, una delicia. El libro, auspiciado por la Secretaría de Cultura de Tabasco, Gobierno de México, se publicó el año pasado, antes de que saliera a la luz su obra La insana distancia, la antología que se abre camino en un mundo acosado por un virus, el COVID19.
Basta leer estas historias para conocer el fondo espiritual y humanista de Payró. Quizás sus recuerdos, talvez sus observaciones, como el estudioso economista que es, pero desde las páginas, sus imágenes se proyectan como retratos intemporales, cuyos personajes dejan honda huella, por su visión casi surrealista de la vida.
Persiste en la memoria, la estampa que dibuja de El jefe, un adolescente de barrio, huérfano, con ambiciones propias y el dolor de la incongruencia en la tragedia. Memorias de la primera vez, nos deja compartir con el protagonista, el recuerdo de la primera mujer, de la primera casa, y adjunta la sensibilidad y emoción de todo eso que significa el ser humano.
Reflexiones sobre la infidelidad en El engaño; la confusión del fanatismo con la pasión, como en La doble moral, en la que un hombre religioso cede, inevitablemente a la tentación; los celos que ciegan la consciencia en la realidad de una pareja, en La despedida. Payró analiza, desde su perspectiva, las virtudes o vicios, a veces implacables en los individuos que habitan su imaginación.
La muerte ronda en Mala fortuna y se consuma en el asesinato de un periodista con todas sus implicaciones, entre ellas la de la traición. Líneas magistrales y premonitorias como las palabras del inspector que cree que “Los periodistas pueden llegar a morir si se toman muy en serio su profesión”. Y la duda de la locura, en El cobro, con el apropiado uso de la cita de William Shakespeare, “el que muere paga todas sus deudas” como subtítulo. Es una historia bien contada, en la que un hombre educado cae en las redes, tejidas, no se sabe si por los demás o por el mismo.
El elemento común en todas estas historias es, por cierto, una moral que estira o encoge según las circunstancias de la sociedad que nos rodea. Es una moral que se aferra a los principios o los descarta si en ello hay que sacrificar las prioridades del cuerpo o del alma.
Con Daños y prejuicios es un apunte fiel de la cultura social de un mundo como el actual, experimentado por el autor y su generación, y que quizás como testigo o protagonista, o ambos, documenta en sus historias. Es la fórmula de la literatura universal.
Leyendo a Payró no puedo evitar comparar la precisión de su lenguaje y vocabulario con la de Ernest Hemingway, Rudyard Kipling y tantos otros de mis escritores favoritos. Quizás por eso he disfrutado tanto de su lectura.