Editorial

Se cae el cuento chino del murciélago

La historia del chino que amaneció con antojo de desayunar una suculenta sopa de murciélago y se contagió de Covid en el mercado de Wuhan, se tambalea.

Es una salida cómoda para evitar problemas políticos, pero la ciencia y el periodismo apuntan a que el virus causante de uno de los cataclismos sanitarios más letales de la historia salió del Instituto de Virología de Wuhan, en China.

Dentro de dos meses y fracción la comunidad de inteligencia de Estados Unidos debe presentar un informe sobre el origen del Covid, de acuerdo con las instrucciones que dio el presidente Joe Biden.

Los resultados van a zarandear al gigante asiático, especialmente en el contexto de la reciente reunión del G-7 en Inglaterra, cuyos líderes declararon a China como una “amenaza a la seguridad global”.

También va a golpear a Estados Unidos, pues las investigaciones que realiza el Instituto de Virología de Wuhan, desde donde se habría fugado el virus que ha matado a 4 millones de seres humanos, son financiadas por los contribuyentes de este país.

El NIH (Institutos Nacionales de Salud), que es la agencia médica de Estados Unidos encargada de fondear investigaciones científicas sobre temas sanitarios, con sede en Bethesda, Maryland, brinda apoyo económico del Instituto de Wuhan.

Hasta el momento no existe ninguna evidencia de que el virus haya pasado de un murciélago a un humano, ni que un tercer agente vivo haya sido el eslabón entre el murciélago y una persona. Cero.

En mayo de este año, The Wall Street Journal hizo un descubrimiento importante: “Tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan, China, enfermaron gravemente en noviembre de 2019 y necesitaron ser hospitalizados, según un informe de inteligencia de Estados Unidos, no revelado anteriormente”.

Dice la nota exclusiva que ello “podría agregar peso a los crecientes pedidos de una investigación más completa de si el virus Covid-19 pudo haber escapado del laboratorio”.

Casi dos años antes de la catástrofe humana, sanitaria y económica que aún no termina, el 19 de enero de 2018, inspectores del Departamento de Estado enviaron a Washington, desde la embajada en Pekín, un cable en el que señalan: “El nuevo laboratorio (de Wuhan) tiene una grave escasez de técnicos e investigadores debidamente capacitados, necesarios para operar de manera segura este laboratorio de alta contención”.

Marc Thiessen, columnista en el Washington Post que ha seguido a profundidad el tema, cita al prestigiado reportero científico Nicholas Wade, que publicó una amplia investigación en el Bulletin of the Atomic Scientists:

“Sabemos que el laboratorio de Wuhan estaba llevando a cabo experimentos arriesgados y comprometidos de ‘ganancia de función’, en los que se propusieron crear el nuevo coronavirus, que tiene la mayor infectividad posible para las células humanas. Los investigadores estaban realizando muchos de estos experimentos en el nivel de bioseguridad 2 (el nivel de seguridad en el consultorio de un dentista) en lugar del nivel de bioseguridad 4, que requiere que los científicos trabajen con trajes espaciales. También sabemos que hay una larga historia de coronavirus que escapan de laboratorios, incluido el virus SARS1, que escapó cuatro veces del Instituto Nacional Chino de Virología en Pekín (así como de laboratorios de Singapur y Taiwán)”.

El texto de Wade en el Bulletin of the Atomic Scientists es una joya, por documentado y didáctico, y se puede leer gratuitamente en https://thebulletin.org/2021/05/the-origin-of-covid-did-people-or-nature-open-pandoras-box-at-wuhan/

Como se recordará, en febrero de 2020 algunos científicos publicaron una carta en la revista The Lancet, en la que se aferran al cuento del murciélago y condenan “teorías de la conspiración” que apuntan a un origen no natural del Covid-19.

Ojo: fuga del virus no es igual a una “conspiración”, sino a un accidente por falta de medidas de seguridad.

Y un punto importante, revelado por Nicholas Wade: más tarde se conoció que la carta en The Lancet fue organizada y redactada por Peter Daszac, presidente de la EcoHealth Alliance de Nueva York. La organización de Daszac financió la investigación del coronavirus en el Instituto de Virología de Wuhan.

Dos meses y dos semanas faltan para que se sepa el origen de la pandemia que partió en dos la historia de quienes sobrevivimos a ella.

Si el Partido Comunista Chino no obstruye la investigación, desde luego.

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