Las tortillas dispararon su precio más de 10 por ciento durante los últimos 12 meses y el ascenso parece no detenerse por el alza de insumos como ¡el acero!
Eso lo expliqué en una columna reciente, pero ahora hay que indagar la excepción de la cerveza. Spoiler alert: va a subir de precio pronto.
Hasta el mes pasado la cerveza no había subido respecto a 2020, de acuerdo con datos oficiales del Inegi. Cayó incluso 0.36 por ciento la tarifa por esta popular bebida. Eso no había ocurrido al menos durante los recientes cinco años.
Puede ser consecuencia de que el año pasado su escasez disparó su precio. Acuérdense cómo estaban todos al inicio del verano, cuando las cervecerías de Grupo Modelo y de Heineken pararon temporalmente por ser consideradas ‘actividades no esenciales de la economía’, de acuerdo con el gobierno.
Los consumidores asiduos, sospechosos comunes, recurrieron a negociaciones extraordinarias que derivaron el año pasado en un alza de 7 por ciento en el precio del líquido ambarino, de acuerdo con lo registrado, otra vez, por el Inegi.
Los compradores aprendieron en la práctica lo que en la teoría dice la ley de la oferta y la demanda. Muchos también hicieron una suerte de ‘diplomado’ en cerveza artesanal, que por la razón que ustedes quieran estaba físicamente más accesible.
Brincaron marcas como Rrey, Fauna, Principia, Insurgente, otrora limitadas a su norteña zona geográfica. Los dedicados estudiantes aprendieron también de siglas: IPA, NEIPA, Red Ale, Porter, Pilsner, Stout y resulta que ahora las conversaciones de cantina ya no son solamente sobre cerveza ‘clara’ u ‘oscura’.
Bien, quienes se entusiasmaron con ese modelo de consumo deben saber algo nuevo: transportar granos necesarios para hacer cerveza ya se puso muy caro y a decir de los protagonistas de la industria, los precios pueden subir en breve.
Esta vez es por la escasez de barcos, trenes y camiones que deben llevar y traer todo lo que ustedes compran en Amazon, Walmart, Liverpool y en Mercado Libre desde cualquier parte del mundo, a la vez que en esas mismas naves acomodan cebada, malta y lúpulo necesarios para su alipús. Y esa fiebre de consumo ocurre en todos los países, prácticamente.
“Los altos precios de los embarques están para quedarse”, tituló Bloomberg una nota desde abril. “Obstinadamente altos precios de transporte están siendo firmados en contratos por 12 meses, forzando a las compañías a pasar esos costos extra a los consumidores”, completó ese texto. Los problemas de los commodities llegaron a la botella.
“Nuestra estrategia a largo plazo no ha cambiado. Nuestro precio está en línea con la inflación y también pasamos los aumentos de impuestos al consumidor. Así que esa es nuestra estrategia a largo plazo, siempre lo ha sido”, respondió Carlos Brito a pregunta expresa de un analista que le preguntó justamente sobre el asunto.
¿Quién es él? El director de AB Inbev, que es la empresa propietaria de Grupo Modelo, que en México distribuye Budweiser, además de Corona y sus marcas ‘hermanas’.
Los analistas de Barclays analizaron el problema y concluyeron que el corporativo enfrentará este año problemas en precios de materias primas, debido a que puede usar coberturas financieras o seguros, pero no para todos sus insumos.
Eso ocurre también para Heineken, Miller y otras grandes cerveceras.
Volvamos con las artesanales que además –a diferencia de las gigantes– dependen de maltas importadas principalmente de Europa, para darles esos saborcitos a caramelo o frutos secos a su producto.
A sus dueños, generalmente enfocados en la producción y menos en las finanzas, les tocará aprender a la brava lo que significa una crisis de commodities como la actual. Sus opciones serán las de sustituir sus insumos por otros estadounidenses, de otra calidad; ‘comerse’ los aumentos y perder ganancia o elevar también sus precios. Suerte para ustedes en la barra.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.