Editorial

El yin y el yang del periodismo – Gloria Chávez Vásquez

El yin y el yang del periodismo

Gloria Chávez Vásquez

 

El escritor cubano Alejo Carpentier (Lausanne, Suiza 1904 – Paris 1980) se jactaba de haber recorrido todo el escalafón del oficio periodístico. “Yo he sido corrector de pruebas, traductor de cables, editorialista, columnista, reportero, asistente de reportero gráfico, jefe de redacción, director a ratos.”

Lástima que la lealtad periodística de Carpentier estuviera condicionada a un régimen, lo cual puso siempre en entredicho su ética profesional.

El escritor británico Oscar Wilde no miraba con buenos ojos al periodista de su tiempo cuando dijo que ese oficio “justificaba su existencia por el gran principio darwiniano de la supervivencia del más vulgar”. Mientras que el político y autor español Don Juan Donoso, estaba convencido de que “De todas las potestades nacidas de la nueva organización de las sociedades, ninguna es tan colosal, exorbitante, como la concedida a todos de poner su palabra en los oídos del pueblo.”

El magnate estadounidense Joseph Pulitzer, vio sin embargo, en el poder de la prensa, la oportunidad de moldear el futuro de las nuevas generaciones y de ese modo a la República.

Mucho ha llovido desde que la primera publicación moderna, apareció en Amberes (Bélgica) en 1605, iniciativa de Abraham Verhoeven (1575 – 1652). El mismo año aparecía en Alemania (Estrasburgo) el primer periódico. Desde entonces el periodismo no ha dejado de ser tema de controversia tentado como ha estado siempre, por el oportunismo comercial e ideológico.

No hace mucho, Mario Vargas Llosa resumía sus observaciones periodísticas, diciendo que la función del periodismo en esta época, no era informar, sino “hacer desaparecer toda forma de discernimiento entre la mentira y la verdad”. El músico norteamericano Frank Zappa fue más específico: “El periodismo [está invadido] por gente que no sabe escribir, entrevistando a gente que no sabe hablar, para gente que no sabe leer.”

El periodista polaco Ryszard Kapuscinski decía que las personas mediocres no podían ser buenos periodistas. Un periodista profesional y ético es “el que intenta comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.”

El periodismo parece haber sufrido la transformación de la crisis de conciencia humana a fines de la década de los 60, uno de cuyos síntomas fue el movimiento hippie. Hunter S. Thompson, fue uno de los creadores del periodismo “Gonzo” o chabacano, que descartó la moral y la ética del periodismo tradicional, convirtiendo así, al periodista, en centro y protagonista del evento que cubría.

El Gonzo es una forma de reportar sarcástica, exagerada y que permite la vulgaridad. Thompson declaró en 1973 que, si hubiera escrito la verdad, cerca de 600 personas —incluyéndolo a él—estarían en la cárcel. Cuando dijo que “la verdad absoluta es una mercancía muy rara y peligrosa en el contexto profesional” el periodismo había entrado ya en una etapa cobarde. La verdad era un juego que se reservaba a los locos, los niños o los héroes.

Quizás por eso es que cuando Julian Assange sorprendió al mundo publicando en Wikileaks documentos que comprometían a las vacas sagradas de la política norteamericana, la mitad de la prensa internacional corrió a difamarlo.

Desde su celda, Assange declaraba que no se podía publicar un documento sobre física sin los datos completos y los resultados experimentales, “y esto debería ser la norma en periodismo”.

Lejano está el día en que el educador y filósofo puertorriqueño Eugenio María De Hostos (1839-1903) definiera al periodismo como el más alto sacerdocio y por tanto expuesto al peor desempeño. “De ahí principalmente la inmoralidad del periodismo. Si el periodismo es todavía una fuerza ciega, la culpa es del periodista”.

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