Editorial

AMLO nos cuenta un cuento

Por: Enrique Quintana

Las festividades patrias de este año han reafirmado la nueva narrativa del gobierno de López Obrador, con la cual tratará de mantener su ventaja en la perspectiva del proceso electoral de 2024.

La ‘sorpresa’ que tenía reservada AMLO para la noche del Grito fue el inscribir su gobierno en una épica de 500 años de resistencia de los pueblos originarios a los opresores, los conquistadores, los conservadores… o como se les quiera llamar.

Tras incorporar ‘vivas’ a las culturas prehispánicas en su arenga desde el balcón central de Palacio, pudimos observar una reelaboración de la historia, desde la fundación de Tenochtitlan hasta la guerra de independencia, la cual fue caracterizada por los narradores como “la primera transformación” de México.

Esa historia de los humildes, los pobres, luchando en contra de los ricos, los fifís de todas las épocas, es una narrativa poderosa que se complementa con la de la lucha de nuestros países de América Latina contra los colonizadores.

Cuánto hubiera deseado AMLO que, en lugar de Díaz-Canel, el presidente cubano, hubiera asistido a la ceremonia de Independencia Fidel Castro, para que el simbolismo fuera pleno.

La presencia y el protagonismo de Díaz-Canel son un gesto de desafío a Estados Unidos, de la misma forma que lo fue su propuesta para desaparecer la OEA.

Ese discurso volverá a hacerse presente en la Cumbre de la CELAC este sábado.

AMLO piensa que la realización del trabajo sucio en el control migratorio le da ciertos derechos, para convertirse en antiyanqui en la retórica.

De otra manera, la narrativa estaría coja. Ésta trata de la lucha de los pobres contra los opresores y de la de los pueblos contra las potencias que quieren quitarles su soberanía.

El resultado de las elecciones del 6 de junio dio a López Obrador la evidencia de que las clases medias que tres años antes lo respaldaron, están en retirada.

En su libro A la mitad del camino, escribe: “La degradación de las clases medias se agudizó en nuestro país a lo largo del periodo neoliberal. En estos últimos tiempos el individualismo se extendió como forma de vida y dañó la gran reserva de valores que ha sido heredada de nuestras civilizaciones ancestrales. Antes del neoliberalismo había menos desintegración familiar y se aplicaba más el sencillo pero profundo principio de hacer el bien sin mirar a quién; era malo robar o aprovecharse del poder”.

La nueva narrativa que al paso de los meses ha perfilado AMLO virtualmente da por perdidos a estos sectores, y por lo mismo ya no necesita guiños para tratar de atraerlos.

Lo que ahora requiere es que el respaldo de los más pobres sea más sólido y generalizado.

Por eso, debe existir una solución de continuidad entre el respaldo a Morena hoy día y la lucha que comenzó con la resistencia indígena a la conquista.

Ese debe ser el cuento, perdón, la historia a ser contada.

En un par de semanas más, al conmemorarse los 200 años de la consumación de la Independencia, se volverá a fortalecer esta narrativa.

AMLO sabe que el respaldo que hoy tiene y que ha mantenido en medio de la crisis de salud y de la economía, no deriva de los resultados de su gestión, sino de que aún una mayoría de la población se reconoce en López Obrador.

No lo apoya por lo que hace o deja de hacer en el gobierno, sino por quien es.

Mientras no haya otra historia que conmueva y atraiga más que la que el presidente cuenta, es probable que siga preservando ese respaldo mayoritario.

El problema con opositores y críticos es que hasta ahora hablan a su público, a quienes ya están en contra de AMLO, pero no a quienes lo respaldan.

Y, por lo pronto, estos todavía son más.

To Top