En la economía, el hogar, el trabajo, las redes sociales o la calle. En todas estas áreas, las mujeres enfrentan un rastro de violencia que se traduce en un trabajo mal pagado, desempleo, labores de cuidado no reconocidas ni remuneradas, acoso, difusión de fotografías íntimas y sí, el feminicidio.
Las cifras oficiales muestran cómo han ido al alza los diferentes indicadores de violencia de género. Por ejemplo, en el último año, de todos los delitos de los que se tiene registro en la línea de emergencia del 911, el 1.8 por ciento fueron por casos de violencia contra la mujer; el 1.63 por ciento, por violencia de pareja y el 4.38 por ciento por violencia familiar, según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
De enero a septiembre de 2021, además, se han registro de 736 feminicidios, 35 más que en el mismo periodo del 2020, de acuerdo con el más reciente Informe sobre violencia contra las mujeres. Es decir, alrededor de tres mujeres fueron asesinadas al día durante esos nueve meses, según las estimaciones oficiales. No obstante, cifras de organismos sociales han dado cuenta de que cada día le es arrebatada la vida a 10 mujeres.
En cuanto a homicidio doloso, el Secretariado tiene registro de 2 mil 104 víctimas mujeres de enero a septiembre de 2021 y 47 mil 041 lesiones dolosas, en el mismo periodo.
Otro indicador con el que se cuenta es el de los delitos de violencia familiar, con un total de 192 mil 746 casos; en mayo se alcanzó un pico histórico con 23 mil 908 denuncias.
Todas estas problemáticas cargan, además, con otro factor: la pandemia de COVID-19 que agravó el panorama de las mujeres.
Durante su vida laboral, una mujer en México no logrará igualar el salario de un hombre. No sólo no importará su nivel educativo, sino que se deberá enfrentar a varios obstáculos, por ejemplo, si las mujeres tienen hijos o conforme aumenta su edad, las probabilidades de ganar lo mismo, o más, disminuyen.
De acuerdo con una investigación realizada por SinEmbargo en septiembre de este año, hay otro factor que determina la brecha salarial de género y es el lugar en el que viven las mujeres, ya que según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en Campeche, Zacatecas y Coahuila, ellas ganan 100 pesos menos que los hombres al día.
A nivel nacional, la brecha es de 54 pesos, es decir, una diferencia del 12 por ciento: el salario promedio de los hombres se ubica en 449.57 pesos y el de las mujeres en 395.48 pesos.
Y no, no importa la formación académica, ya que en México, una mujer tendrá un ingreso trimestral de 56 mil 772 pesos en promedio, si tiene un posgrado, mientras que el ingreso de un hombre, con la misma preparación, será de 81 mil 832 pesos. Los datos obtenidos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestran que en el sector con más preparación hay una distancia de 30 por ciento en el salario.
Pero independientemente de la educación, el ingreso promedio a nivel nacional de un hombre se ubica en los 22 mil 618 pesos y para una mujer es de 14 mil 860 pesos, que es incluso menor al ingreso más bajo a nivel nacional, que es de Chiapas y se ubica en 19 mil 452 pesos.
“LOS CUIDADOS SON TRABAJO”
Con el avance del movimiento feminista —que tiene entre sus banderas el lema “lo personal es político”— se ha evidenciado la desigualdad que existe en el reparto de los cuidados.
Aunque durante generaciones estas labores se describieron como “actos de amor” a la familia o “trabajo de mujeres”, la realidad es que se trata de una jornada de trabajo completa que se asigna por cuestiones de género e impide a las mujeres desarrollarse laboralmente. Incluso les quita tiempo para el descanso, un problema que se agravó durante la contingencia sanitaria y se tradujo en distintos tipos de violencia.
“Al quedarse en el hogar,fundamentalmente realizando trabajos de cuidados o actividades domésticas, las mujeres dejan de avanzar en sus niveles de escolaridad, también tiene un impacto en su desarrollo profesional, pues con su tiempo limitado aspiran a cargas jerárquicas menores, además tienen menor tiempo para descansar y para actividades recreativas, esto tiene un impacto en su salud, en su estabilidad emocional y en el estrés que sienten”, explica Makieze Medina, coordinadora del programa de Género y Trabajo del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
La ONU Mujeres define a los cuidados como el conjunto de actividades cotidianas que permiten regenerar día a día el bienestar físico y emocional de las personas e involucran tareas como dar de comer, cocinar, bañar, vestir o planificar las compras. Estas actividades también son esenciales para la economía. El Inegi calcula que hasta 2019 el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados representó 22.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Datos del Coneval —actualizados hasta 2018— dan cuenta de la desigualdad con la que en México se reparten estas labores: entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2020 unas 21 millones de mujeres se dedicaban únicamente a las labores domésticas que no son remuneradas, lo que representa un aumento anual de 1.3 millones de mexicanas.
Además, cifras del consejo actualizadas hasta 2018 estiman que las mexicanas que se desempeñan en el trabajo doméstico o de cuidados no remunerados emplean en promedio 27.8 horas semanales, frente a las 15.2 horas que dedican los hombres.
A ello se suma que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados aumentó para las mujeres durante la contingencia sanitaria por el incremento de las horas dedicadas a la educación de las niñas y niños que no tomaron clases presenciales en más de un año.
“El tema de la repartición de las tareas domésticas y cuidados ya no puede ser percibido como un asunto personal, sino que tiene que ser atendido socialmente, implementando medidas que permitan transformar roles así como asimetrías resultantes de características interseccionales”, señaló el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en su informe “Madres trabajadoras y COVID-19”.
Aunque recientemente el Gobierno de México creó con la ONU la Alianza global por los cuidados, Makieze Medina considera que el Estado aún tiene pendiente reconocer las desigualdades en la distribución de los cuidados como un derecho a nivel nacional y como una problemática pública que tiene que atender.
“Los cuidados son un trabajo, no son sólo emociones. Los cuidados demandan tiempo, atención, desgaste físico, por eso deben traducirse en servicios, programas y políticas públicas”, agrega la especialista.
EL MACHISMO SE PROPAGA POR INTERNET
La pandemia obligó a trasladar las comunicaciones, el trabajo, la educación y las interacciones familiares y sociales a la vida digital. Datos del Inegi y de la organización civil Luchadoras evidencian que en estos espacios también se reproducen las violencias machistas que las mujeres enfrentan en las calles, sus casas y, en general, en cualquier espacio donde se desarrollan.
“Hay una violencia sexual digital, o sea, se castiga cómo expresamos nuestros cuerpos, cómo disfrutamos, cómo nos relacionamos. Eso claro que tiene todo que ver con lo offline y con lo online, no podemos decir, pasó en Internet, apago el celular y ya. No, no funciona así, la violencia digital atraviesa nuestras vidas, nuestros cuerpos y está muy relacionada a violencias históricas patriarcales”, enfatiza Alicia Reynoso, integrante de la organización.
En México más mujeres (9 millones) que hombres (7.1 millones) fueron víctimas de ciberacoso sólo en 2020, de acuerdo con datos del Módulo sobre Ciberacoso del Inegi.
La encuesta reveló que 35 por ciento de las mujeres víctimas de ciberacoso recibieron insinuaciones o propuestas sexuales, 32.8 por ciento de las encuestadas reportaron mensajes ofensivos y a 31.3 por ciento le enviaron contenido sexual.
La mayor cantidad de agresiones se registró en las mujeres de 12 a 19 años, quienes representaron 29.2 por ciento de las víctimas.
Además, la asociación Luchadoras, que defiende el derecho de las mujeres a navegar en Internet sin violencia, registró 470 solicitudes de apoyo por agresiones digitales en 2020, 94.46 por ciento de estos casos afectaron a mujeres, según el informe “Frente al Amor Tóxico Virtual: Un año de la Línea de Apoyo contra la Violencia Digital”.
Los datos de la asociación civil mostraron que en la mayoría de los casos las solicitantes buscaron apoyo al recibir amenazas de daño a ellas, a sus seres queridos o a sus bienes.
Respecto al perfil de los agresores detectaron que en 36.4 por ciento de los casos, la violencia la cometió una persona conocida e identificada por la víctima. Las exparejas de las mujeres fueron las principales agresoras, al ocupar el 32.7 por ciento, el mayor número de casos. Ellos son quienes suelen amenazar a las mujeres con difundir fotografías íntimas para vengarse por tomar la decisión de terminar la relación.
“La violencia sexual digital se está dando en relaciones de confianza, de intimidad, que se rompen. Como en el sexting, que se puede gozar, pero el problema reside en ese quiebre de confianza que lleva a alguien a difundir fotos privadas”, agrega Alicia Reynoso.
Muestra de la impunidad en estos casos son los datos que la misma organización difundió el año pasado, donde se reveló que en los últimos tres años en México se abrieron 2 mil 143 carpetas de investigación en 18 entidades por el delito de difusión de imágenes íntimas sin consentimiento, pero 83 por ciento de las carpetas siguen en trámite, algunas por más de tres años.
Con este contexto y como cada año desde 1993, decenas de mujeres convocaron a protestar en ciudades del país para exigir un alto a la violencia y las desigualdades.