CASA DE MI PADRE III
MELISA COSILIÓN
He decidido habitar
cada una de las piezas
en la casa de mi padre.
Sacar los escombros
barrerle los pisos,
aunque aún parezca sucia,
aunque no lleguen las aves.
En las horas de la noche
hasta el fondo de esa casa
alumbra el fuego de una vela.
Abundan las luciérnagas
en las yerbas de su patio,
esos bichos míticos
que no miraba desde niña.
En la casa de mi padre
está la puerta abierta,
por si decide regresar.
Caracoles y amapolas
la custodian.
Habito en ella ciertos días,
cuando me siento sola,
cuando quiero ser hombre,
cuando arde mi veneno de avispa.
La casa de mi padre está desierta,
y es probable, que un día venga.