Editorial

GATTO O LOS PECADOS DE UN EDUCADOR – Gloria Chávez Vásquez

GATTO O LOS PECADOS DE UN EDUCADOR

Gloria Chávez Vásquez

 

Admiré la obra de John Taylor Gatto (1935-2018) desde que la conocí en la década de los 90. Su primer libro Dumbing Us Down (Entonteciéndonos) se convirtió en un referente para el profesorado que luchaba por educar en las entrañas de una sociedad y un sistema educativo hostiles al maestro.

Treinta años antes, Mr. Gatto había superado el laberíntico proceso, para obtener su licencia, certificarse como profesor de inglés y literatura y así poder enseñar en las escuelas públicas de Nueva York. Nominado muchas y ganador cinco veces, del premio como Educador del año.

Pero en su discurso de aceptación del premio estatal, en 1991, Mr.Gatto causó gran revuelo, al revelar el secreto mejor guardado por la burocracia educativa y conocido solo por algunos padres y maestros: La misión oculta del currículo educativo no era la de educar sino la de programar para someter socialmente. Y los maestros, sin saberlo, eran los ejecutores. Si en la secundaria se lavaba la mente del estudiante, en la universidad se implantaban las ideas radicales con que manipular al individuo e imponerle un mundo artificial fabricado por unos cuantos.

Pero aun en esa meta, el sistema fracasaba día a día y el resultado era un caótico tejido que no tenía pies ni cabeza. Para J.T. Gatto era como admitir que no quería enseñar más en el Titanic.    

“En realidad no enseño inglés”, dijo al comenzar su discurso. “Enseño [una argamasa de cosas] y me dan premios por eso. Lo que hago está más relacionado con la programación de televisión que con lograr algún tipo de orden”.

Ese día, John T. renunció a la enseñanza y se dedicó a exponer el fraude educativo, no solo en su país sino en muchos otros que seguían el modelo implantado a partir de la Segunda Guerra. Durante las primeras décadas del siglo, se enseñaban oficios útiles para proveer independencia económica al estudiante: carpintería, herrería, electricidad etc. Las carreras como la medicina, la ingeniería y la arquitectura se encargaban de mover el país hacia adelante y convertirlo en uno de alto desarrollo. Pero gradualmente fueron entrando las ideologías, envueltas en las ciencias sociales y se empezó a reescribir la historia. En las universidades se dictaron cursos de corrección política, se pintó al mundo de colores y la psiquiatría normalizó las enfermedades mentales.  

El gobierno había tomado completo control de la enseñanza, el currículo se había tornado teórico y agresivo. El maestro ya no era autónomo, sino que dependía de un tinglado burocrático. La mayoría de los administradores no sabían nada de educación. Funcionaban como capataces a quienes solo importaba que la fábrica produjera resultados en números industriales. El maestro pasó a ser un siervo del sistema.  

Taylor Gatto describe el papel de los maestros en Armas de Instrucción masiva (Weapons of Mass Instruction) y La historia subterránea de la educacion americana (The Underground History of American Education) en donde argumenta que las estrategias educativas promovidas por los lideres del gobierno y la industria por más de un siglo, incluye la creación de un sistema que mantenga el poder en las manos de unos pocos.

La escuela actual recuerda más a un reformatorio donde todo está programado para quebrantar el espíritu del estudiante: las campanas, el confinamiento, los locos horarios, la falta de privacidad, la vigilancia constante. El currículo nacional escolar está diseñado para evitar que los jóvenes piensen y actúen; para generar adición y dependencia emocional e intelectual en el comportamiento. Se les prepara para un régimen social de obediencia. Al mejor estilo de Pavlov. Se acondiciona la mente a obedecer. Ideal en un socialismo en marcha hacia el comunismo.

En la ecología de la “buena” educación, se elimina la autoevaluación y se perpetua la insatisfacción en el estudiante mediante evaluaciones ajenas de “superiores” que deciden su identidad de acuerdo a su comportamiento. La lección de las libretas de calificaciones, los grados y los exámenes, es que los jóvenes solo deben confiar en las evaluaciones de oficiales certificados. La gente necesita saber cuánto vale.

El primer error del sistema educativo fue haberles negado su elemento espiritual a las instituciones públicas. En las escuelas privadas y religiosas, (donde aún se enseña ética y moral), el alumno tiene estructurados su valor social e identidad como individuo. Nadie se asombre de la violencia en las escuelas públicas, la necesidad de rebelarse y expresarse con el grafiti, los tatuajes, las drogas, el sexo, las iniciaciones en pandillas, y hoy en día las masacres, para llenar su vacío de rituales. No se cuestione la popularidad del ateísmo o el satanismo.

“La educación compulsiva es imposible de reformar”, me aseguró JTG una noche durante una conversación telefónica. “La única solución”, me dijo, “es la educacion en el hogar”. O regresar a la escuela donde el maestro pueda dedicar su vocación a enseñar, libre de la micro vigilancia.  

Durante su experiencia como maestro, Mr. Gatto descubrió que “el éxito en la enseñanza, radica en un alto componente de confianza, automática y categórica, no una condicionada al desempeño académico”.

Un estudiante debería ser libre de cometer errores y volver a tratar una y otra vez de lo contrario nunca adquirirá competencia y confianza en sí mismo. Debería aprender a conocer cuáles son las materias que necesita de acuerdo a su vocación y habilidades. Además, debería tener acceso a los recursos que necesita para educarse a sí mismo: privacidad, opciones, libertad y una amplia variedad de situaciones y asociaciones humanas. En otras palabras, debe colocarse al estudiante en posiciones donde tenga la oportunidad de ser su propio maestro. En esto es vital la colaboración de la familia.

John.Taylor Gatto continúo abogando por una verdadera educación hasta su muerte, hace tres años. La industria y el gobierno vieron en él una espina dolorosa, pero decidieron ignorarlo. Tanto que, al momento de su fallecimiento, ninguno de los medios de comunicación al servicio del sistema reportó su obituario. Pero, ya para entonces había emergido la semilla en la mente de miles de estudiantes y profesores. Como en gran ser humano y profesor que era, Mr. Gatto había logrado hacer mella en una de las instituciones sociales más poderosas del planeta. En la actualidad, la educación en el hogar ha cobrado auge y es una realidad. Miles de padres estadounidenses y europeos han rescatado a sus hijos de la influencia del currículo destinado a manipular la mente humana.  

El legado de Mr. Gatto es innegable. Su visión de que enseñar se asemeja al arte de la escultura, prevalece:

“En la escultura, en lugar de añadirse elementos como en la pintura, se sustrae material para encontrar la figura que encierra la piedra. El escultor debe ayudar a esa figura encerrada a emerger”. De ahí que sea importante la distinción, para el maestro, a la hora de enseñar.

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