Por: Jeanette Leyva Reus
Mayor eficiencia para el uso del capital que tienen; menos trabajo al operar solo con los grandes clientes e inversionistas institucionales, que implica menor personal y mayor control de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo; y aprovechar salir de un mercado que se vislumbra tendrá menor crecimiento económico en los próximos años y por ende, menor colocación de crédito al consumo que significa menores ganancias, son algunos de los muchos temas que impulsaron que Citi haya decidido vender Banamex este año.
Obviamente la estrategia global de salir de esos negocios en diversos mercados es la razón principal y a decir de conocedores y que están cerca de lo que pasa en Nueva York, también el perfil de Jane Fraser, que es una especialista en ubicar nichos rentables –recordemos su experiencia en McKinsey–, contribuyeron a que tomara decisiones pensando en cambiar el rumbo a otros nichos y mercados, incluso algunos no dudan en que también en un futuro opte por vender en Estados Unidos parte del negocio de consumo que aún tienen. El camino apenas inicia y está dando un marcaje muy especial al frente del gigante estadounidense.
Por lo pronto, a nivel interno, los empleados de Citibanamex este miércoles recibieron el mensaje de Manuel Romo, director en México y de Ernesto Torres, director para América Latina del grupo, de que nada cambiaba para ellos y que continuarán con su labor; anunciaron la apertura de un canal interno para las dudas que tengan, mensaje que a decir de muchos no tranquilizó del todo, pero al menos tuvieron de primera mano una señal de aliento de que todo irá bien y hay que esperar a ver quién compra, proceso que podría tardar meses.
Otro de los temas que exdirectivos y actuales se preguntan es si se respetarán las condiciones de los jubilados, pensión y servicio médico que hoy tienen y un punto interesante es sobre el gran acervo histórico con que cuentan. Hace 20 años que se vendió el banco, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador criticó que los estadounidenses se llevarían las obras en resguardo del banco, lo que finalmente no sucedió porque cuando fue la venta nos recuerdan que se incluyó en los estatutos sociales que el repertorio permanecería como colección íntegra en el país y no serían vendidas; ahora, al estar incluidas dentro de este proceso, habrá que esperar qué decisiones se toman, y si hay alguna intervención del gobierno federal, dado el gran valor que tienen y que forman parte de la historia de nuestro país.
Hace dos décadas las obras fueron valuadas en más de 64 millones de dólares, hoy esos trabajos podrían tener un valor de tres o cuatro veces más, dependiendo el artista. Recordemos que cuentan con cuadros de Diego Rivera, el Dr Atl, Remedios Varo, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros y hay palacios coloniales en Mérida, Michoacán, San Miguel de Allende, Durango y obviamente en el centro de la Ciudad de México, como el ahora Museo Foro Valparaíso.
Son más de cuatro mil obras dentro del acervo artístico del Banco Nacional de México (Banamex) que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Secretaría de Hacienda y el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, recibieron en esos años un listado completo de todas esas obras y su valor. Ya veremos qué deciden los nuevos dueños hacer con ellas.
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En el otro lado de la moneda, para quienes esperan que la familia Harp o Hernández regresen por el banco, de entrada han mencionado cero interés en ello. Eso sí, hay otros que ya ven todo el sentido y solo sonríen cuando se les pregunta si ya están en el análisis. Este volado apenas inicia. Por lo pronto, la moneda está en el aire.