Editorial

De la pandemia y la endemia del COVID

Hemos usado por tantos meses el término ‘pandemia’ que quizás ya no tenemos una idea precisa de su significado.

Una pandemia es una epidemia que se ha extendido a escala global. Y una epidemia es una enfermedad que se propaga rápida y activamente.

Así que mientras el COOVID-19 siga propagándose rápidamente a escala global, la pandemia va a continuar presente.

Entonces, nos han preguntado por qué razón señalamos aquí en días pasados que hay elementos para pensar que el fin de la pandemia puede estar cerca.

La razón es que en casi todos los lugares en los que se estudia la secuencia genética del virus, se ha detectado que ómicron es la variedad dominante.

Una de las características de esa variante es su rápida propagación. Los contagios confirmados a nivel global suman 3.35 millones de nuevos casos diarios. Llevamos dos días con ligeras caídas, pero sigue siendo con distancia, el peor momento en cuanto a número de contagios.

Además, hay un enorme subregistro en casi todo el mundo.

Le referí recientemente el artículo de Christopher J L Murray, director del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME), quien estima que entre 80 y 90 por ciento de las infecciones causadas por ómicron son asintomáticas.

La misma institución estima que alrededor de 50 por ciento de la población del mundo habrá sido contagiada por ómicron hacia finales de marzo.

En el Foro que ayer realizó El Financiero, con la presencia de los doctores Carlos del Río, de la Universidad de Emory, y Andreu Comas, de la Universidad Autónoma de SLP, se señaló que es probable que la variante dominante en la actualidad pueda producir una inmunidad temporal de al menos 90 días a quienes se recuperen del contagio.

Esto implica que es factible que la tasa de contagio baje sensiblemente conforme más gente se enferme y recupere.

Ello no implica –y lo subrayo– que en ese tránsito no tengamos numerosas hospitalizaciones y fallecimientos, ya que ómicron también puede generar enfermedad seria, particularmente entre los no vacunados.

La estadística muestra a escala global un número creciente de fallecidos en esta ola, que supera los 8 mil 600 por día, pero que está por abajo de los casi 15 mil fallecidos diarios que llegamos a tener hace un año.

El escenario para los siguientes meses es que, de no emerger una variante más contagiosa que ómicron, tengamos una caída de la transmisión de la enfermedad que nos haga pensar en que la pandemia deje de serlo.

Si surgiera otra variante –y existen posibilidades de que ocurra– entonces quizás ese fin de la pandemia no estaría tan cercano.

Aun sin pandemia, la enfermedad seguirá presente en múltiples países y se convertiría en endémica, causando muertes y hospitalizaciones, como hoy son la malaria o la influenza, por ejemplo.

Igualmente, podría haber brotes epidémicos estacionales en determinados países o regiones.

La posibilidad de nuevas variantes de riesgo será mayor en la medida que la vacunación siga siendo tan desigual.

A nivel global, sólo 53 por ciento de la población mundial está vacunada con esquema completo.

Sin embargo, sólo el 11 por ciento de la población que vive en África tiene esa condición.

En México, de acuerdo con el modelo del IHME, se estiman ahora cerca de 700 mil nuevos contagios diarios reales y una curva que, hacia mediados de febrero, dejaría la cifra en cerca de 90 mil, es decir un 13 por ciento de las cifras actuales.

Otros modelos, como el del matemático Arturo Erdely, estiman que el pico de contagios se presentaría este fin de semana y después vendría un descenso más suave hasta que en junio se llegue a un 5 por ciento del máximo y se pueda considerar controlada la pandemia en México.

Si no surgiera otra variante más contagiosa, entonces quizá podríamos pasar en México a la fase endémica en la que el virus seguirá presente y con posibilidad de infectar, pero ya sin una expansión acelerada y sin necesidad de medidas especiales como las que hemos aplicado desde 2020.

Ojalá.

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