Mariel Turrent
Padecimientos literarios y otras afecciones
Un buen libro
Los libros significativos no siempre son buenos libros desde el punto de vista literario. Pero eso no importa. A cada quién le hace sentido algo diferente. Las ideas no permean en nosotros de la misma manera. Por eso, todos tenemos derecho de escribir y todos tenemos derecho a elegir lo que leemos, porque las palabras son claves mágicas que abren puertas de nuestra alma.
Creo que los libros te escogen llegan a ti cuando los necesitas, puede ser para muchos un mal libro, pero a ti te hará sentido, tendrá las frases que tú necesitas escuchar para entender el momento en el que estás viviendo y darle sentido a la vida y nos afectan profundamente. Dice el escritor John Ruskin que: “Los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento”.
Hay libros que nos ayudan a entender nuestra postura o nuestra tendencia con respecto al amor, a la religión, a cierta persona con la que tenemos que relacionarnos y otros que mantenemos cerca porque nos ayudan a entendernos. Entre los libros que me han movido el tapete, hay libros malos, de autores no reconocidos —literariamente hablando—, libros de autores aficionados, uno de ellos ni siquiera volvió a escribir otro libro, pero en ese momento tenían lo que yo necesitaba, pude verme en sus palabras y encontrar el sentido que necesitaba para hacer un cambio. Por eso creo que no vale la censura. Sí, hay malos escritores desde el punto de vista del canon literario, pero estos autores también deben existir, porque existen los lectores de libros malos que los necesitan y tal vez son mejores personas que quienes leen los “buenos libros”, los clásicos.
Italo Calvino dice que un libro clásico es el que cada vez que vuelves a él te da nuevas cosas; encuentras nuevas ideas.
Para mí un buen libro es ese que llega en el momento justo y te ayuda a resolver aquel nudo que tienes dando vueltas en tu cabeza. Sin embargo, hay otros libros que son aún mejores, los que se han quedado conmigo y me acompañarán el resto de mi vida. Esos libros que cada vez que abro me comunican algo, esos con los que puedo dialogar y siempre encuentro una idea nueva que no había visto antes y me hace sentido. No importa si es bueno desde el punto de vista del canon literario, si cumple con lo que los estudiosos aprueban. Lo que hay que tomar en cuenta es que hay autores que abren una mayor cantidad de puertas, es decir, autores cuyo lenguaje, llega profundamente a más personas; a esto llamo yo un clásico, autores que trascienden en el tiempo y el espacio y siguen cambiando vidas, sus libros siguen estando en los libreros y la gente sigue analizándolos, hablando de ellos. Un ejemplo muy recomendable es lo que el escritor Mauricio Montiel Figueiras llama el ABC de la literatura: Arreola, Borges y Cortázar. Autores que nunca pasan de moda, que siguen siendo un parteaguas en la vida de los jóvenes del momento.