El lunes pasado se llevaron a cabo las votaciones para elegir al nuevo secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), luego de dos años en que el cargo ha permanecido vacante.
Según los resultados preliminares difundidos por el gremio la misma noche, el actual tesorero Ricardo Aldana se impuso con 52 mil votos de los 63 mil 700 emitidos mediante el Sistema Remoto de Votación Laboral (Sirvolab), mecanismo habilitado por la Secretaría del Trabajo y Protección Social (STPS) para realizar la elección.
Ayer, esta dependencia informó que, a partir del momento en que el sindicato le solicite la toma de nota del cambio de directiva, el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) tendrá un máximo de 10 días para analizar las inconformidades presentadas y validar la elección, y sólo cuando concluya este proceso el candidato electo podrá asumir formalmente el cargo.
Los comicios, que debieron ser históricos por ser los primeros en que el poderoso gremio elige a sus dirigentes con base en las nuevas reglas de democracia sindical, se saldaron con el triunfo del mismo grupo que ha mantenido un férreo control sobre los trabajadores por casi tres décadas. En efecto, Aldana es un conocido incondicional del ex secretario Carlos Romero Deschamps, y la disidencia ha denunciado que, tanto antes como durante la jornada, se realizaron las mismas prácticas de las que este cacicazgo se ha servido para perpetuarse en el poder, como la oferta de plazas a cambio de que los trabajadores transitorios voten por la planilla oficialista.
Es necesario enfatizar el precedente de las elecciones seccionales celebradas en noviembre pasado, cuando el sector dominante se aseguró la victoria de sus candidatos mediante todo tipo de alteraciones del proceso: opositores denunciaron, por ejemplo, que las convocatorias para presentar planillas se publicaron sin requisitos, se recibió la documentación de los aspirantes y, ya agotado el plazo para registrarse, se les notificó que su solicitud no procedía.
Además de ser un resultado decepcionante del nuevo modelo que busca garantizar la libertad y el secreto del voto en la elección de líderes gremiales, el aparente triunfo de Aldana es un mal augurio para el STPRM y para la democratización de la vida sindical en el país.
Con todo, este saldo no puede achacarse por completo a las trapacerías de los charros de siempre, pues también incidió la falta de coordinación y cohesión de quienes pugnan por dejar atrás la vieja cultura de corrupción y llevar la democracia al gremio petrolero, como lo muestra el hecho de que el voto opositor se dispersó entre 24 candidatos (si bien cuatro de ellos declinaron a favor de uno de sus contendientes).
Toca a las instancias correspondientes de la Secretaría del Trabajo hacer una revisión exhaustiva de todo el proceso y de las 191 inconformidades presentadas (77 antes de la jornada electoral y 114 durante su desarrollo) para tomar una decisión apegada a la ley que disipe la sombra de un fraude a la voluntad de los trabajadores.
Sin importar el fallo que emita la autoridad laboral, los trabajadores disidentes y el conjunto de la sociedad constatan que el atraso político, el clientelismo y el patrimonialismo que afecta a los sindicatos, pero también a otros organismos, no pueden superarse mediante la mera legislación, sino que requiere de arduos esfuerzos organizativos y de un intenso trabajo en el ámbito de la educación política y sindical.