Crónicas del Olvido
“CUENTOS MALVADOS”, DE ESPIDO FREIRE
Alberto Hernández
1.-
Todo cuento corto. Todo microrrelato, toda minificción será como una puñalada. Todo lo breve, todo lo corto simula una punzada. Y hasta podría ser una punzada si el relato es cada vez más corto, más audaz para calcular el lugar donde habrá de meter la punta del cuchillo.
Y como todo cuento breve es una asonada, éste se basa, precisamente, en la precisión, en el punto ciego donde estará el ojo que mirará el sitio donde dejará su marca.
Las brevedades que nos trae Espido Freire son realmente malvados. Quien protagoniza cada historia merece ese calificativo. La voz que los construye se debate entre la maestría perversa y el goce por dejar sentado que la maldad es una obra de arte. Más si se trata de vaciar en la conciencia de un lector que celebra la maldad como un juego y la destreza de la escritura como un sueño. Pero claro, imaginamos por la mirada de la autora que en su existencia aparecen convidados que la ayudan a elaborar estos relatos que procuran en el lector una sonrisa macabra, en algunos, y en otros, un rictus de desvelos.
Ella, nuestra autora, fabrica maldades a través de la escritura. Autora que se deshace de quien pueda adularla para granjearse alguna gracia: Nada, Espido Freire escribe unos cuentos que atrapan al lector y lo ayudan a someterse luego a una cura de sueño para alejar las pesadillas que en sus líneas, en la cortedad de sus líneas, nos topamos con crímenes, suicidas, ahogados, almas que flotan como pájaros, pues son ángeles que caen como frutos. Es un todo en el que caben, casi en la punta de una aguja, lo imaginado y lo no imaginado.
La ficción breve que maneja con destreza esta española nos lleva a creer, como inocentes lectores, que formamos parte de un mundo de personajes malvados, cosa cierta, aunque sería sujeto moralista desechar lo que forma parte de un imaginario ricamente malvado, ricamente redondo en la medida en que saboreamos cada segmento de perversión que leemos.
Y eso apremia a quien no sepa que es pura imaginación, aunque la idea es que lo crea cierto y viva sobresaltado, también sometido por una camisa de fuerza y no dejar de reír por la locura causada.
Estos “Cuentos malvados” fueron publicados epublibre en el año 2003. Suponemos, malvadamente, que esta edición fue hecha en España, de lo contrario que la autora o algún lector avisado nos diga si fue en otro país o lugar donde pervive la bondad y sus seguidores.
2.-
Los temas que pasan por estos pasajes malvados, en los que también el mito forma parte de ellos, con sus personajes e invisibles sujetos, son: “El agua”, “Ángeles”, “Las voces”, “Arañas y mariposas”, “El espejo”, “Los cuentos” y “Dentro del laberinto”.
En el agua, los ahogados, los actantes que se mueven en el fondo del mar o de los ríos. Los alados divinos, unos caen y son apedreados, otros descubiertos por las alas que ocultan: una maravillosa perspectiva desde la que los terrenales se ven también como parte de esa “realidad”. Y unas voces que emergen de todos lados. Las voces de los ausentes, la de los vivos y los muertos, los ecos que quedan y se hacen parte de la cotidianidad, la del miedo y la de las costumbres donde los fantasmas también son seres que forman parte de la muchedumbre de asombros. Las arañas y las mariposas, una justificación para contar, hasta que una se ve sujeta con una aguje de un muestrario de zoología. Un adorno para estudiar el color de las mariposas. El reflejo permanente o temporal de mujeres y hombres que se frecuentan con el asomo o al quedar durante toda la vida como habitantes de los espejos. Los relatos de hadas y princesas en los que, malvados al fin, desenmascaran la intención de quien los creó, de los clásicos autores de cuentos infantiles donde prevalecen máscaras y segundas intenciones. Y el mito de Teseo, el laberinto de Creta y su monstruo como consigna del que llevamos en nuestro interior.
Todos estos relatos revelan el título que los contiene.