Editorial

Elfos negros – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Elfos negros

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

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Recientemente se ha anunciado una serie televisiva (stream) basada en la obra de Tolkien. En una época de la diversidad capitalizada desde la mercadotecnia, era inevitable que surgieran las confrontaciones. Específicamente, el tema de debate se centró en dos asuntos. El primero y más importante, si todas las mujeres enanas tenían barba, como estaba descrito por el autor, o no. Y la segunda y la más banal, y por tanto interesante, si había elfos negros. Desde el punto de vista de los productores, todo aquello que deje dinero es posible y correcto. Pero desde el punto de vista de la historia, parece haber problemas. Naturalmente, Tolkien, como cualquier otra persona, es un personaje de su sociedad y su tiempo. Creo su vasta obra a partir de su mundo y sus intereses. En su época, las personas de piel oscura era más que escasas, y el racismo no era un tema de singular importancia (o quizá sí, y no le importaba). Pero el tema, lejos de la inclusividad forzada con fines económicos. Es lo que implica que existan esos elfos.

En primer lugar, una adaptación no necesariamente se tiene que apegar a una obra original, ya que es una variación independiente. En ese caso, no debería haber debate. Pero por otra parte, el autor, con todos sus defectos y virtudes, normalmente escribe su obra por algún motivo. En el caso de Tolkien, su obra más conocida se basó en el folclore europeo medieval, por lo que debería apegarse a las descripciones culturales y étnicas asociadas; especialmente por el revisionismo histórico que clama por respetar las fuentes originales de cada cultura. Pero por otro tiempo, es evidente, hasta donde sabemos, que construyó un mundo ficticio, por lo que toma elementos para crear algo que no está apegado a la realidad. Este es el trabajo del escritor, por cierto. El tema del debate debiera ser si dentro del universo tolkiano, en el que se basa la mercadotecnia de la serie, sería posible. Y el asunto es que el autor jamás definió cada uno de los aspectos de su enorme mundo. Entonces sí es posible. Pero, la descripción que hace de los elfos parece evitarlo, ya que los menciona como bendecidos por una sanación acelerada, lo que incluía su piel, y por tanto, la pigmentación de la piel no podría darse; por consiguiente tenían ese tono tan blanco, ya que el sol no los afectaba. Pero no es el único factor, ya que otras cosas pueden afectar la evolución, como la alimentación, la química del agua o así. No se menciona que fueran creados elfos de varios colores, sino que simplemente no se abordó en su época.

El tercer punto del debate y el que más me interesa es el del autor. Tolkien escribió su obra para sus hijos. El mundo que el legó era el que quería para su familia. Entonces, qué tan válido es modificarlo para otros fines. ¿Es realmente Tolkien para todos? Y la respuesta es aburrida y trivial, ¿o no? El autor creo una historia con cierto orden, con ciertas ideas (a veces inconsistentes o modificadas en varias versiones). Las variaciones de una interpretación son completamente válidas, pero deberían ser consistentes con la lógica de la “realidad” que aplica a un mundo donde hay criaturas mágicas y divinidades. Pero los motivos pueden ser los incorrectos. ¿Por qué hay un elfo de piel oscura? ¿La historia lo requiere? ¿Se espera una cuota de mercado? Tristemente, parece ser cierto. Se ha alegado que todos tienen el derecho a vivir el mundo de Tolkien. Y eso es cierto. En lo personal, no veo porque un personaje escrito bajo cierta raza o cultura debería ser transformado para eso. Como lector, jamás me imaginé a los personajes como semejantes a mí, ya que no tenía esa necesidad. Por otro lado, es cierto que los niños tienen dudas de cómo se ven representados según los medios de comunicación. El fondo no es nada sencillo.

A mi parecer, puede haber una versión modificada de Tolkien sin ningún problema, así como Peter Jackson ya modificó la historia original con fines narrativos (sus bolsillos), sin que hubiera mayor problema; entonces no hubo tanto debate. Pero debe quedar claro que es una variación, consiente y consistente, justificada con un arco argumental que busque honrar la base de la que parte. De otra forma, será un fracaso comercial, como ya ha pasado. El motivo, porque el consumidor no es imbécil, y requiere de una buena escritura para satisfacer sus expectativas o gustos. En esta nueva versión, el tema debe ser explicado con claridad y bajo una estricta lógica que lo amerite, lo cual podría hacer un buen guionista sin mayor problema. Pero, por otra parte, se abre de nuevo el debate de la modificación de la obra. Sumado a esto, hay otra polémica, donde algún personaje poco menos que insensato, sugería que se debe re-editar la obra de Tolkien para modificar palabras. Es decir, censurar la obra original por capricho de alguna persona, según su líquida sensibilidad. Ni siquiera hay que explicar el problema. Pero hay otro punto importante que no se aborda. Si los niños de hoy requieren modelo a los cuales emular, no sería mejor ¿escribir nuevas historia, más apegadas a su contexto y realidad? La idea perezosa de modificar la obra de un autor por una finalidad, en todo caso dudosa, parece ganar poco ante la posibilidad de desarrollar una historia consistente desde un inicio, responsable social y culturalmente, y apegada al consumidor objetivo. Pero qué voy a saber yo.

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