EN PUÑO Y LETRA LIBERTARIOS
LEÓN DE ALMEIDA
CAUDILLO DE HIERRO
PRÓCER LIBERTARIO
Don Agustín de Iturbide es como una antigua pintura al óleo que ha estado sepultada, por casi dos siglos, en el fondo de un pantano. Cubierta de lodo, corroída, es la que se ofrece al pueblo de México y al mundo, no en una estancia de alto nivel, para ser honrada y admirada –como sería de elemental Justicia– sino echada en un lodazal. Casi nadie se detiene a contemplarla: casi todos pasan de largo, sin preguntarse si ese cuadro corroído y maloliente es realmente la efigie del Libertador de México. Comencemos, entonces, por acercarnos al cuadro, quitemos la putrefacta capa de cieno que la cubre y reconstruyamos todos sus rasgos y colores originales. Nosotros lo hicimos, al menos en gran parte, si bien la reivindicación de este héroe requiere un trabajo mucho más fino, detallado, amplio y profundo.
A medida que la limpieza y la restauración avanzan, nos conmueve la alegría que produce un gratísimo descubrimiento. Sin concluir aún la tarea –es algo para muchos años de arduo estudio e investigación cuidadosa– estamos convencidos de que la obra es de tal valor, que, ya limpia y restaurada, debe resplandecer en el muro del máximo honor de nuestra historia patria, pero no al lado de los “héroes oficiales” –todos falsos mártires, egoístas, ávidos de poder e inhumanos– sino al lado de los más grandes personajes de la Historia Universal.
Queremos hacer un profundo desagravio a Don Agustín de Iturbide, difundiendo la verdad histórica, tan ofendida en innumerables casos. El objetivo de los apátridas fue el borrar de nuestras almas, mentes y corazones el Amor a quien nos dio la independencia y suprimir o dificultar al grado máximo el conocimiento de la Verdad Objetiva.
Pero nosotros queremos restaurar todo eso, y mucho más: colocarlo en el lugar privilegiado que le corresponde. LIBERTADOR DE MEXICO Y CREADOR DEL MEJOR PROYECTO DE NACIÓN: Verde: Independencia de toda otra potencia extranjera, Blanco: pureza de ideales y Rojo: Unión, Unidad de todos los mexicanos, sin importar su origen étnico. Al final su recompensa fue la muerte, orquestada por quienes lucho para conseguir su libertad y hegemonía, viva Agustín de Iturbide, ¡PADRE DE LA PATRIA MEXICANA!.