Editorial

Crónicas del Olvido – CON LA SOMBRA EN LA CARA

Crónicas del Olvido

CON LA SOMBRA EN LA CARA

Alberto Hernández

1.-

De tanto gritar que lo mataban, Eusebio Colmenares resultó ahogado en un saco de azúcar. De tanto decir que lo venían a matar, Eusebio Colmenares fue visto por última vez con los ojos edulcorados de muerte temprana, porque todas las tardes, para asustar a su mujer, gritaba desde la bodega que lo estaban matando. La primera vez ella le creyó, pero después supo del juego y no le hizo más caso, hasta que la mentira se convirtió en oportunidad de bandoleros para ahogarlo en un saco de azúcar.

2.-

Galina seguía siendo lugar de asombros.

La bodega era quincalla de frases sueltas. Pulpería –viejo nombre borrado por los supermarkets- donde cualquier cristiano encontraba todos los víveres para la contienda diaria.

Eusebio Colmenares, hijo de Epifanio Delgado, estableció la pulpería para espantar los recuerdos que una vez le trajo su madre en forma de fantasma. Una botijuela española enterrada en el cuarto de los santos. Y una lucecita todas las noches para seguir hasta el lugar donde el baúl escondía la fortuna de todos los muertos que Eusebio atesoró en la vida.

3.-

Galina seguía en los mismos sitios conquistando planes para crear una pequeña sociedad de cirróticos, tuberculosos, sifilíticos y perversos personajes que luego se transformaron en alimañas de la madrugada.

Eusebio recordó la noche en que su madre, ataviada con el último traje de salir a la calle, le señaló con el dedo la estrella bajo cuya luz los máuseres resonaron matando a toda la familia. Los asesinos dejaron los cuerpos en todas las dependencias de la casa. En un reguero de silencio y sombras.

Y Eusebio aprendió pronto el lenguaje de la sorpresa. Y mucho más desde que desenterró el baúl y vio los retratos y las monedas de oro que su abuelo Eusebito le robó al gobierno de Gómez. Y vio los rostros amarillos, los papeles de la propiedad y hasta un anillo de matrimonio con el nombre de Melania.

4.-

Melania rondaba la casa todas las noches y se echaba en la esquina a esperar los sobrados de la comida. Y Melania un día se convirtió en perro y comenzó a ladrar la exigencia de su plato de sobras. Y Melania murió una tarde bajo el merey llena de animales en la carne, ladrando y cantando la canción de cuna que una vez le enseñara la única monja que visitó Galina una semana santa.

5.-

Eusebio se puso el anillo y se fue a la bodega. Tenía Eusebio pocos meses de casado y disfrutaba con mucho gusto los sobresaltos de su nerviosa mujer.

Hasta hoy que lo encontraron con la mirada más viva, llena de azúcar. Lo único que se llevaron fue el anillo.

 

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