Editorial

Aborto, una bomba en el campo republicano

La decisión de la Corte de quitar la protección a las mujeres que deciden abortar y dejar a las legislaturas estatales la facultad de encarcelarlas, es una victoria envenenada para los republicanos.

El aborto es una bomba que los divide.

Una inesperada cuña electoral que puede dar al traste con lo que era su regreso anunciado a la Casa Blanca en dos años.

Mike Pence, sinceramente comprometido con la campaña antiaborto, festeja abiertamente porque su bandera de lucha ha triunfado.

Donald Trump sonríe en público a quienes le agradecen la nominación de los jueces que votaron por quitar la protección jurídica a las mujeres, pero en privado externa su preocupación por el obstáculo electoral que la medida implicará en 2024.

Los gobiernos más ‘ultras’ del Partido Republicano se soltaron con la aprobación de castigos terribles a las mujeres que aborten. Texas aprobó 100 años de cárcel. Alabama, 99 años.

Wisconsin, 10 años de prisión; Oklahoma, cinco años; Arkansas, 10 años; Missouri, 20 años; Ohio, un año; Virginia del Oeste, 10 años; Kentucky, cinco años; Carolina del Sur, dos años; Tennessee 15 años. Todos ellos con multas de 10 mil a 100 mil dólares, además de la cárcel.

Y ahí vienen, en proceso, las penalidades en otros 13 estados.

Gobernadores republicanos en estados de población con mayor escolaridad y hábitos liberales, se niegan a impulsar leyes punitivas hacia las mujeres que decidan abortar.

Otros más astutos, como Ron DeSantis, de Florida, ha salido a decir que su estado se mantiene firme contra el aborto… después de 15 semanas de embarazo (tal y como está en la legislatura local desde que él promovió la medida).

Independientemente de la discusión sobre el aborto, que de golpe comenzó a dominar el debate público por encima de la inflación, el hecho político daña las expectativas electorales de los republicanos.

El aborto en el centro de la discusión es un tanque de oxígeno para los demócratas ante las elecciones legislativas de noviembre, que de todas maneras perderán, aunque por menor margen, según mis personales estimaciones.

Para las elecciones presidenciales, el tema puede ser determinante en las primarias del Partido Republicano.

Va a ganar la candidatura del partido el que satisfaga a la base dura de los republicanos, antiabortista a rabiar.

Para obtener la candidatura, con el aborto en el centro de la campaña, los aspirantes republicanos tendrán que correrse a la derecha. Y eso es veneno para ellos.

Es que el país no es igual al votante cautivo, militante y combativo del Partido Republicano.

La mayoría de los estadounidenses está en contra de la decisión de la Corte, y mucho menos aprueba que se encarcele a mujeres y médicos por abortar.

Un primer sondeo, hecho por CBS, indica que sólo 33 por ciento de las mujeres estadounidenses aprueba la decisión de la Corte.

Y entre la población en general, el apoyo es de 41 por ciento.

Si los demócratas logran sostener el aborto en el centro del debate, como lo es hasta ahora, es muy posible que garanticen otros cuatro años en la Casa Blanca.

Y en las intermedias de noviembre, les puede ir menos mal de lo previsto hasta hace una semana.

Será dificilísimo para una candidata republicana a representante o a senadora hacer campaña sin criticar a los estados republicanos que ya comenzaron a legislar penalidades contra el aborto.

Trump sabe que eso es veneno puro en su proyecto 2024, porque queda deshecha la coalición de votantes republicanos, independientes, mujeres no ideologizadas, jóvenes y comunidad lésbico-gay que lo llevó a la presidencia hace seis años.

El sábado reciente, en un mitin en Illinois, tuvo que callar para dejar libre espacio al enorme coro de “¡Gracias Trump!”, “¡Gracias Trump!”, por haber nominado a tres de los cinco jueces que abrieron la puerta a la criminalización del aborto.

Pence, que puede estar equivocado, pero no es ningún oportunista, dio un paso el frente al afirmar, en otro mitin, que “no debemos descansar y no debemos ceder hasta que la santidad de la vida sea restaurada en el centro de la ley estadounidense en todos los estados del país”.

Los gobernadores republicanos en estados progresistas pasan aceite y hacen maromas. Larry Hogan, de Maryland, declaró que la legislatura local mantendrá la prohibición a los órganos estatales de interferir en la decisión de la mujer sobre el embarazo.

Chris Sununu, gobernador republicano de New Hampshire, se manifestó en favor del derecho de las mujeres a decidir.

Glenn Youngkin, gobernador republicano de Virginia, que anunció que buscará prohibir el aborto después de las 15 semanas de embarazo, provocó el rechazo general de los demócratas, y también de sus compañeros de partido, que le exigen más dureza.

El aborto es ya tema central del debate público en este país.

Una bomba para los republicanos. Una bomba que ellos mismos fabricaron.

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