La disculpa del papa Francisco el lunes por el papel de la Iglesia católica en el sistema de internados de Canadá y por los abusos cometidos en ellos, fue una rotunda denuncia de una política de asimilación forzada que durante varias décadas trató de despojar a los niños indígenas de su cultura y que traumatizó a varias generaciones.
En un discurso en el emplazamiento de una antigua escuela al sur de Edmonton, Alberta, el pontífice dijo estar “profundamente dolido” por las acciones de muchos en apoyo de “la mentalidad colonizadora de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas”.
Además, expresó su pesar por la marginación, la denigración y la opresión sistémica de las pueblos, las lenguas y las culturas indígenas en los internados; por los “abusos físicos, verbales, psicológicos y espirituales” que sufrieron los niños tras ser apartados de pequeños de sus hogares, y por la distorsión de sus relaciones familiares a consecuencia de ello.
“Yo mismo quiero reafirmar esto, con vergüenza y sin ambigüedades: Pido perdón humildemente por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”, afirmó Francisco.
Uno de los sobrevivientes de los abusos y expresidente de la Asamblea de las Primeras Naciones, Phil Fontaine, señaló en una entrevista con The Associated Press, “Fue un logro por parte de la comunidad indígena convencer al papa Francisco para que viniese a una comunidad de las Primeras Naciones y se inclinase ante los sobrevivientes como hizo hoy. Ha sido especial. Y sé que esto significó mucho para mucha gente. Y cada vez que decía la palabra ‘perdón’, la gente comenzaba a aplaudir”.
Por su parte, Desmond Bull, jefe de la tribu Louis Bull dijo, “Puede que todos necesitemos tiempo para asimilar totalmente la gravedad de este momento… Si quieren ayudarnos a sanar, dejen de decirnos que lo superemos… No podemos superarlo cuando el trauma intergeneracional afecta a cada joven y cada miembro, a cada familia con sobrevivientes de los internados. En lugar superarlo, les pido que se pongan a trabajar, que aprendan sobre nuestra historia, sobre nuestra cultura, sobre nuestro pueblo, sobre quiénes somos”.
Fue “una validación de que esto realmente sucedió” que la disculpa fuese escuchada por personas no indígenas, dijo Tony Alexis, jefe de la nación sioux Alexis Nakota, pero el papa debe continuar con las acciones y “no puede decir simplemente lo siento e irse”.
“He esperado 50 años por esta disculpa y hoy por fin la he escuchado”, apuntó Evelyn Korkmaz, sobreviviente de los internados, durante una conferencia de prensa. Desafortunadamente, muchos familiares y miembros de su comunidad no vivieron para verlo debido al suicidio o al abuso de sustancias, añadió. Pero “esperaba escuchar algún tipo de plan de trabajo” sobre la forma en la que la Iglesia devolverá los documentos y tomará acciones concretas.
“Hay muchos sobrevivientes y personas que prosperan en mi comunidad que se alegran de que el papa haya venido a pedir perdón. No hay palabras que describan lo importante que es el día de hoy en el camino a la sanación de muchas personas de las Primeras Naciones”, indicó Vernon Saddleback, jefe de la nación Samson Cree, en una rueda de prensa. “La disculpa del papa es un día para que todo el mundo se siente y escuche”.
“Es algo necesario, no solo para que la gente lo escuche, sino para que la Iglesia asuma responsabilidades”, dijo Sandi Harper de Saskatoon, Saskatchewan, que acudió al acto papal en honor de su difunta madre, que estudió en un internado católico. Sin embargo, dijo a la AP que algunos indígenas no están listos para la reconciliación: “Tenemos que darle a la gente tiempo parea sanar. Esto va a llevar mucho tiempo”.