BOSQUE
MELISA COSILIÓN
No he renunciado a la espesura vegetal,
tampoco a la llovizna intermitente,
aún encierro largas mantas cuneiformes
para cosechar el agua de la niebla.
¿pero cómo? si soy una flama,
una astilla que arde desde su centro,
que no se sacia, que revienta
sembrando flores de fuego.
En mi cuerpo se conserva la memoria
de los bosques que habitaba en otras vidas,
los micelos de mis abuelas y mi madre,
el musgo de mi padre y mis abuelos,
y el nido crepitante de las nuevas aves
que nacen para llenarme con sus trinos.
¿pero cómo? si soy una astilla que arde
en medio de una noche fecunda
donde los cuerpos se agolpan desde las uñas,
donde la carne de la nuca se torna necia,
y las húmedas bocas descubren
que no están solas.