Crónicas del Olvido
“INSCRIPCIONES”, DE FERNANDO PESSOA
(Lectura peregrina para celebrar a los poetas Pessoa y Lázaro Álvarez)
**Alberto Hernández*
1.-
¿Cuántos hombres son Fernando Pessoa? ¿Cuántas máscaras se calza sin contar las que usó en vida y ahora en la ausencia? ¿Cuántos letargos, sombras y rostros no han sido aún descubiertos luego de su larga travesía por la muerte? ¿Desde qué ojos mira a sus lectores?
Fernando Pessoa nunca existió, dice el mismo Pessoa sentado hecho metal en una plaza de Lisboa. Desde su mirador público, el fantasma del poeta equilibra el mar frente a la capital de Portugal. Pero Pessoa, esa persona, nunca fue él. Era Ellos.
Multiplicado en las calles y en las palabras, ocultó su verdadero nombre para que lo descubrieran en el propio y en el de otros que se hicieron Él como lectores. Y así el mundo de sus fantasmas sigue girando.
Pessoa es una representación. Un reflejo. Es otro personaje de su obsesiva presencia en los otros que emergían de su ánima. Tanto él como Borges, el otro personaje que se desconocía, el portugués leído en su propio idioma, en castellano y en inglés, resulta el desconocido que a diario buscamos en sus heterónimos, es decir, en sus distintas personalidades.
Pessoa es una ontología que se multiplica y a la vez se pierde en las palabras que aún no han sido traducidas. El sujeto Pessoa, la persona, la máscara, Él, sigue atado a su obsesión: ser todos los que caben en su aparato inventor. No es el francés que dijo ´yo es tú´. No, Pessoa no es la segunda persona de nadie. Es la persona de todas las personas. No se pertenece: el poeta lusitano es tanto el ´otros´ como él mismo sin decirse. Sin nombrarse. Y así nos lo corrobora el insistente otro, aquel Blas Coll que nos pertenece por tierra y agua de un país del trópico absoluto. Montejo es la significación de un Pessoa nuestro. Como ha sido aquel Franz Kafka figurado insecto o humano en la sombra, desteñido, inconcluso.
Todo heterónimo contiene la totalidad de quien lo inventa. De manera que Pessoa era poseedor de una patología inquebrantable: reconocerse esquizofrénico. Era las muchas voces que los otros le entregaron sin pedir nada a cambio, sólo ser nombrados, escritos sus créditos en las portadas de los libros, mientras él, el sospechosamente verdadero, asumía la máscara ajena.
2.-
Todo lector es un heterónimo. Un invento de la escritura. Una creación del poeta, del narrador, del fabulador. Todo lector es una borradura. Todo lector es una existencia intemporal. Pasa de un libro a otro, de un nombre a otro, de una muerte a otra sin carga de horario.
El lector es un epigrama. Un asunto sin concluir. Una cerradura. Una llave maestra.
Inscribió el poeta su nombre en el oleaje cercano. Y el venezolano Lázaro Álvarez lo trae en español y lo traduce al inglés para beneplácito de los mismos fantasmas de Fernando Pessoa.
3.-
Un largo texto precede los poemas del portugués. Un estudio, enjundioso, denso, elegante y hermoso, abre las puertas a los rostros que Pessoa dejó a la posteridad.
Son poemas traducidos. Los que vienen del idioma de los trovadores lusitanos, el moderno portugués, que luego se hizo poesía española al ser vertida al idioma de Cervantes, y vaciada al inglés por Lázaro: se trata de la representación de tres ´personas´ que el mismo Pessoa conocía. Hablaba el idioma de su casa, el idioma de su país vecino y el que se pronuncia en el lar de Shakespeare.
“Inscripciones / Inscripcions” es un libro homenaje. Un libro regalo para los lectores que se allegan a la dirección, al domicilio poético de este hombre que sigue escribiendo desde la muerte.
Lázaro Álvarez supo calzar bien el significado del título.
Publicado por El taller blanco en la colección Voz aislada, en Cali, Colombia, 2021, este libro renueva al lector cada vez que entra en el misterio de esta poesía, en el laberinto de la personalidad de Fernando Pessoa, un personaje que no termina de ser, porque sigue siendo, como sucede con los creadores que no han terminado su obra porque es continua, como el tiempo.