RADIOGRAFíAS
*Retorno del Ermitaño
NORMA SALAZAR
Hoy, vuelvo a saber de ti a distancia remota la buena nueva me ha provocado llorar bellotas de lágrimas sobre mi rostro he recibido noticias en papel magenta donde me escribes que has retomado el sendero del pasado.
La distancia sólo nos pone las millas, pues lo que nos une es una extensión de amor hacia uno por otro, padre eres el trotamundos de Am Monadh, región del Highland por naturaleza corren en tus venas ser errante.
Te has refugiado en los montes teniendo la compañía a Guillie Dhu, no increpo tu ausencia porque tengo tu rostro preñado en mis ojos, tu aroma en mis manos.
Cada epístola fortuita que me envías a través del mensajero Hermes, leo en voz alta como si tú estuvieras parlando conmigo; línea por línea releo para que mi caja-memoria se alimente de ti e imagino tu cariz de SER.
Ahora me escribes lo concerniente para desalojar uno de tus profundos duelos, adonde me explicas padre:
Llegaste en un momento de regocijo, no hay retórica por el martirio a causa de la pérdida de tu madre, todo lo contrario, nos han encajado en nuestras vidas una dolencia indescifrable.
Hemos podido sobrellevarlo, sé que tú como hija has embestido las turbulencias en momentos certeros.
Tus pasos galopan firmes en los extremos vientos del sur que alzan a ras de suelo los torbellinos para encallar en Shetland Islands, ahí un viento ligero rosa mí cara y vibra mi cuerpo.
Que el eco de mi voz llegue a ti y penetre en tus tímpanos. Eres el joyel de mi carne, sangre y casta lo más invaluable que el TODOPODEROSO me obsequió.
Te escribo con ojos secos por tanto derramar oleajes salados y no poder desencajar los años añejos.
II
¡Padre! Resguardo tan adentro de mi piel sólidas caricias que parecen cicatrices clavadas con olor a maderas tajadas.
Wulver mi guardián es tenaz regresa con visitas intempestivas dejando en el ventanal hojas frescas del alto pinar y una que otra hoja de cedro para que nunca olvide mis orígenes, una bolsita de yute con tierra húmeda fresca.
Imaginar tu presencia que me abraza, el celaje de la neblina que avisa la calma del día en mi refugio, en cada rincón existe tu presencia con objetos antiguos.
El aroma a tabaco viejo de tu pipa que acaricio con mis dedos, me cobijo con tu frazada y siento tus abrazos que flotan en mi memoria cargada de sonrisas.
Sí, lo sé, el colosal océano Atlántico navega nuestras vivencias y las bendice la diosa Coventina, tú mientras con el rugido del viento me custodias.
Fotografía: Claudia Shapiro
*Libro Retorno del Ermitaño en revisión