Crónicas del Olvido
MONÓLOGO DE LA NOCHE
(Fotografía de Héctor Valera Casamayor para celebrar a Calabozo)
Alberto Hernández
La noche se mueve en su discurso. Un par de personajes se desplazan por la desierta calle mientras el mundo gira en otra parte. La noche es espesa. Quien camina dando tumbos no expresa ninguna molestia por la sombra. Él es una sombra en movimiento.
Detrás de él –o de su sombra- flota quien no tiene sombra, quien es aérea como un pájaro, como una hoja suelta, con la diferencia de que este personaje habla desde su inexistencia, desde la imaginación de quien la crea, la inventa y la convierte en imagen, como lo ha hecho Héctor Valera.
Se trata de un juego de imágenes que celebran la vida de Calabozo, la ciudad llanera que cumple 299 años de fundada. La ciudad de las tres iglesias. La Villa de Todos los Santos de Calabozo.
Y qué paradoja, santa como es, pero la Sayona, el antiguo personaje, suele pasearse por esas calles solitarias durante las noches de disipación de quien anda de botella en botella. Entonces, ella llora, clama por un hijo perdido. El hombre, el ebrio, busca socorro en otro trago o en la carrera que lo lleva a su casa.
La belleza de estas imágenes se traduce en el juego de sombras, en el monólogo que los mismos matices establecen con los personajes capaces de ser narrados y convertidos en permanencia, en la nobleza de la noche como tentación.