Crónicas del Olvido
PARA RECORDAR A ZORAIDA GARCÍA
Alberto Hernández
Foto: Santiago Pol
Reproducción: Roger Rodríguez
1.-
Mucha era la locura creativa en aquellos tiempos. Mucha era la fiesta en las calles, en los bares, en la Casa de la Cultura de Maracay. En la avenida 19 de Abril. Mucha era el arraigo a una tierra donde existían grupos de teatro en casi todas las barriadas y poblaciones de la entidad. Unos muy buenos, otros buenos, regulares y también, de mala factura. Pero existía un mundo, todo un mundo donde habitaban personajes de todo pelaje: poetas, actores, bailarines, pintores, extremistas del lenguaje, parlanchines, etc.
En ese universo se movía Zoraida García, una mujer inteligente cuya poesía dibujaba la vida que la marcó. Pero no sólo escribía poesía, también relatos, guiones cortos para ser llevados a escena. Su carácter volátil la alejaba de ciertos círculos. Era una vida callejera plena de imágenes, de voces interiores que la agitaban y que luego convertía en textos.
Su pasión teatral, vivir esa pasión en las calles, la llevó a tener problemas que plasmó en papeles. Entre ellos, el primer material que aparece en esta crónica, publicado originalmente en un suplemento cultural de un diario que duró poco, “La Prensa de Aragua”, en la que este servidor, Emilio Agra y José Antonio Sucre publicábamos materiales de los poetas, renegados o no.
En esos días Zoraida había pasado por la experiencia de una detención en una comisaría en Turmero. Ella la cuenta a través de la poesía.
2.-
Maracay fue referecia cultural del país, centro motor de actividades escénicas en las que jugaron papel importante José Ignacio Cabrujas, Armando Götta, Ramón Lameda, Julio Jáuregui, Alvaro de Rosson, Rodolfo Santana, Isaac Chocrón, Manuel Lupi, Carlos Miranda, Otto Rodríguez, Antonio Cabezas, Héctor Rodríguez, el flaco Simón Rojas (mimo,) Lali Armengol, Ivor Muñoz, Agustina Ramos, Claudio Castillo, Alfredo Fuenmayor, Roger Rodríguez, Enrico Terrentin, Jaime Betancourt, Ricardo Rodríguez, Pablo Navas, entre otros tantos.
En ese agitado universo se movían los jóvenes de la cultura de la región, entre ellos Zoraida García, quien subió a las tablas y además dejó regados textos en calles, mesas de bares, casas donde pernoctaba, así como dibujos que trazaba con cierta facilidad.
Hoy, en medio de tanta desmemoria, la recuerdo en estas líneas. Los lectores tendrán la oportunidad de acercarse a su espíritu a través de algunos de sus materiales donde está su existencia, su dura existencia, su lenguaje crudo, en el que se asoma la ternura de una mujer con los ojos puestos en la esperanza. O en la desesperanza.
** SOLO ENEMIGOS
Aquí en medio de llagas y lenguas desconsoladoras que inventan suicidios, parto hacia la esperanza. Tú, que levantaste el dedo contra el hombre para convertirlo en ánima, vuelvo a insistir…No hay culpable más que el pecado. ¿Cuál es el mío? Ninguno, porque cargo con todos. Libre como el viento extiendo mis alas a mis compañeros y hermanas, hijos de un vientre incinerado. Permitir la blasfemia a una mala maña. Aterida de frío vuelco mis purulencias. Tu lenguaje, hombre. El tuyo, mujer, el lenguaje de la vida me asombra y me hace pregonar la destrucción. Como una vez dije: Preferimos ¿qué? La guerra o el amor. El amor no se encuentra, tal vez se me esconde, o…lo maté en una pesadilla. Inmersa en esta guerra interminable., hube, hace un tiempo inmemorial, de revolcarme en su sonrisa.
Al descubrir la mueca de la ingratitud y el desvarío me lancé a descubrir mi propia mueca… ¡Qué encuentro tan indeseado!…Pero… ¿Cómo enfrentarme a la mentira de una felicidad que ni siquiera ha podido engendrar su revés porque nadie la ha parido? ¿Cómo mentirme en este astro incansable que no ha logrado comprender él mismo su propia e interminable carrera, en medio de tanta oscuridad en la que flota? El tiempo no me ha permitido disfrutar del calor de las llamaradas, excepto las del infierno mío, que me inventé para brotar de las frialdades de los hombres, no menos infernales, pero sin fragor ni intermitencias, en donde me debatí desde antes de nacer, quizás. Y desde el hedor de mis llagas lanzo una oración para salvar de mis pestilencias a quienes se han visto en un tiempo que los atrapará, reflejado en mis costras y lamentos y fríos y hambrunas, no de platos para comensales adiposos, sino de la piel pocas veces cercana a la ternura. ¡Qué sed! Mis manos registran la tierra incansablemente, de vez en cuando las devuelvo a mi vientre y a mis ojos…
(En la Policía de Turmero, Estado Aragua, el 6.9.84)
ALGUNOS POEMAS
**ENEMIGO II
Sólo los enemigos
Ocupan
El Santuario
Altamente contaminado
La señora
carcomida
llena de pus
los llama
los alaba
son gonococos
que la cuidan
para alejar
a la limpidez
de una flor
sin espinas
A las que tiene
Horror.
Señora carcomida
apadruñas
alimentas
tanto a uno
como a otro
la flojedad
y así pregonas
que sirves,
que ayudas,
que eres buena,
que son buenos.
Que ofendes
y maltratas
A los quedefiende
el justo
¿Hasta cuándo
apañas
Señora carcomida?
Y tú el que se pretende
le das
la mano
Siempre a su lado
de lado
de lado
Oye tú la voz
La de siempre
La Anterior
**SIN TÍTULO
La mente
en blanco.
Asiento la esperanza
Por los cabellos
Lacios
Silencio
y temor
de rodar
por las nocturnidades
Pero esa luna
con su vuelo
de estrella.
Se va acercando
lentamente.
Como si los quejidos
lejanos
quisieran repetirse
vanos intentos
de transformación
aparente.
Por qué si el mundo
es redondo
y gira al revés
yo no lo
entiendo.
IV
La otra puerta
aún así
sollozaba
Una Mirada
Después los
dos
Equivocados
Quimeras
El
Nuevo
Ideal.
ACERCA DE LA AUTORA:
**Actriz y poeta. Fue muy conocida en el medio cultural de Maracay por su activa participación en el teatro (Teatro Universitario –TUM- y Teatro estable de Maracay). Colaboradora de páginas literarias de periódicos aragüeños y fundadora de las revistas “Lanzallamas” y “La Quijotada”. Escribió muchos textos en la revista “Umbra”.
Publicó una selección de poemas en “Cuadernos del Fondo de la Casa”, N° 1, en marzo de 1982. A partir de junio de 1981 comenzó a sufrir una grave crisis mental.
Murió trágicamente en Maracay en un oscuro incidente acaecido en el Museo Aeronáutico Militar de la ciudad.
La mayor parte de su obra permanecía inédita.
(Los textos y datos han sido tomados de la revista “La Quijotada”, primera edición, publicada con el apoyo del Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, Caracas, marzo, 1998)