Editorial

Los entretelones del caso Tesla

Por: Enrique Quintana

Tras una negociación larga y complicada, Tesla, la empresa automotriz propiedad de Elon Musk, decidió que sí va a ubicar una nueva planta en México para fabricar sus automóviles eléctricos.

Esa planta estará localizada, en principio, en el municipio de Santa Catarina, en la periferia de Monterrey, la capital regiomontana.

Fue toda una odisea el conseguir que este proyecto se concretara.

Desde el año 2021, directivos de Tesla comenzaron evaluar la conveniencia de ubicar una planta manufacturera en nuestro país y analizaron múltiples locaciones.

A lo largo de 2022, por condiciones de cercanía, infraestructura, mano de obra y facilidades otorgadas por el gobierno local, fue quedando como la mejor opción la ubicación en la periferia de Monterrey.

En el proceso de preparar el llamado Investor Day de Tesla para marzo de 2023, se buscó que hubiera el conjunto de las autorizaciones de los diferentes niveles de gobierno, para poder hacer el anuncio de la inversión prevista.

Faltando pocos días para que esto se concretara, se presentó una importante oposición del gobierno federal.

El argumento central era que no se podía autorizar la instalación de una planta como la de Tesla en una ciudad en la que había una notoria escasez de agua.

Los expertos captaron inmediato que ese argumento era completamente falaz.

La escasez de agua que existe en la zona metropolitana de Monterrey es la de agua potable, mientras que la mayor parte de la requerida por la nueva planta automotriz sería de agua tratada.

Quienes conocen el patrón de comportamiento del presidente López Obrador, saben que lo que ocurrió es que se molestó cuando percibió que el anuncio de la instalación de la nueva planta era prácticamente un hecho y él estaba totalmente fuera de la jugada.

En su propio lenguaje, se sintió como si fuera ‘un florero’, y eso no le gustó.

Por esa razón estableció una posición muy dura, en la que pareció que podía rechazar la inversión de Tesla si ésta se ubicaba en Nuevo León.

El presidente López Obrador, además de duro, también puede ser un político muy pragmático, que acepte modificar sus percepciones de la realidad siempre y cuando los agentes económicos y políticos se acerquen a él.

En el caso de Tesla se hizo manifiesto que el problema era que los involucrados no habían consultado de manera cercana con el presidente de la República.

En términos legales, no tenían esa obligación.

Sin embargo, el presidente López Obrador es altamente sensible y no le gustó “el modito”, como ya alguna vez lo dijo.

Los asesores de Tesla seguramente percibieron esta circunstancia y desde el viernes 24 de febrero organizaron una llamada de Elon Musk con el presidente.

Esta se reafirmó con otra el lunes 27 de febrero, en la cual, en términos verbales, se estableció el acuerdo de que Tesla habría de realizar su principal inversión en Nuevo León y debía comprometerse a hacer los desembolsos necesarios para asegurar que esta circunstancia no se vaya a traducir en una reducción del abasto de agua potable para Monterrey.

Una lección interesante es que con este hecho pareciera consolidarse un giro en la perspectiva del presidente López Obrador, que hoy ve una mejor perspectiva económica que va a favorecer a sus candidatos.

El año 2023 se percibe como uno de grandes desafíos.

Aún no podemos tener la certeza de que no vaya a presentarse una recesión en algún momento de este año.

Sin embargo, todo indica que las señales de actividad económica, por lo pronto, están resultando muy favorables.

Es significativo que López Obrador haya girado de una posición prácticamente inamovible a otra en la cual valore de manera relevante la perspectiva de la economía.

El director de uno de los bancos más importantes de este país me comentó hace algunos días que no era imaginable que López Obrador fuera a desechar una inversión del tamaño de la que ofrece Tesla.

Y, para fortuna de todos, no fue así.

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