La Radicalización de la Violencia
Gloria Chávez Vásquez
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La terrorista portaba dos rifles y una pistola cuando forzó su entrada en Covenant Elementary School y disparó a tres niños y a tres adultos. Según el perfil psicológico de la policía de Nashville, el comportamiento de Audrey Hale, autora de la masacre, era suicida. Lo confirman su manifiesto y escritos perturbadores hallados en su auto. Un ataque, obviamente premeditado.
“La masacre se suscitó tras la prohibición en el estado, de transiciones médicas de menores y actos de cabaret de adultos transexuales, dirigidos a los niños”, observa el periodista Andy Ngo. La medida, firmada el 2 de marzo por el gobernador de Tennessee, Bill Lee, fue bloqueada por un juez, debido a la presión de los activistas trans, en abril 1.
El titular de la comentarista de radio y televisión Dana Loesch señala que Hale cometió el crimen poco antes del ‘Dia de la Venganza’ programado por el movimiento LGBTQ. La cuestión es, si fue su iniciativa o actuó como instrumento de un grupo radical. ¿Cómo y cuándo las adquirió, si su madre es activista a favor del control de las armas?
Según el Daily Mail, los padres de Hale son gente religiosa que rechazaba la inclinación sexual de su hija. Aunque no hay evidencia de abuso familiar o académico en su vida. De acuerdo con una amiga, ella era Audrey en casa, pero cuando salía se cambiaba de ropa y asumía su personalidad masculina. La muerte de Sídney Sims, una excompañera de clase, la afectó mucho. Aunque no habían sido muy cercanas, Audrey estaba obsesionada. Una exprofesora en la escuela de arte y diseño donde asistió Hale, dice que la identidad transexual de la joven no se manifestó sino hasta después de la muerte de Sims, cuando pidió que la llamaran Aiden. La página de Hale en la red, contiene una muestra de su arte de protesta con temas LGBTQ.
Los voceros de los grupos anticristianos, excusan a Hale diciendo que la opresión en su educación y vida familiar fue el motivo que la llevó a cometer el crimen. Para ellos, Hale es la víctima. El problema con estos razonamientos, es que la glorificación de los criminales ha inspirado a otros a llevar a cabo actos violentos similares. El autor de la masacre (2022) en el Club Q de Colorado, también fue identificado como “no binario”. El término equivale a una confusión o desequilibrio crónico en la identidad sexual. Según el Centro de Investigación Pew aproximadamente 1.6% de los adultos en EEUU son transgénero o no binarios.
Confusión de Género y Violencia Radical
A raíz de la tragedia en Nashville, la red se inundó de imágenes de activistas transexuales armados, apoyando la agenda de izquierda que aboga, (con eufemismos), por la mutilación del cuerpo, el cruce de sexo, y por permitir que hombres biológicos que dicen ser mujeres, participen en deportes de competencias femeninas. Promueve además la exposición de actos sexuales desde la infancia y las lecturas de libros o eventos para niños por travestis y transexuales, muchos de los cuales también son pedófilos.
Un estudio sobre la Violencia Radical (2022) realizado con estudiantes universitarios en Quebec, Canadá, encontró que los jóvenes «transgénero» y de «género fluido» tienen más riesgo de radicalizarse que otros jóvenes. Publicado en Fronteras de la Psiquiatría, el estudio subraya los altos niveles de estrés psicológico entre los géneros minoritarios, conformados por una población hipersensible y por tanto más propensa a sufrir en el actual contexto social. Según el estudio, las patologías de las “minorías sexuales” LGBTQ son causadas por la baja autoestima del individuo ante el rechazo de la sociedad y las actitudes de homofobia, y transfobia.
Aunque el estudio se enfoca mayormente en los efectos de la pandemia del COVID en la estabilidad mental y emocional de estos jóvenes, también explica la llamada «Radicalización Violenta» como “un fenómeno multidimensional por el cual un individuo o grupo recurre a la violencia como una forma legítima de alcanzar una meta especifica ya sea política, social, o religiosa.»
Depresión y suicidio
El estudio VR revela, además, la asociación directa entre la depresión y la radicalización violenta. Aunque el incremento de síntomas depresivos entre los diferentes grupos humanos fue dramático durante la pandemia, la depresión de este grupo específico culminó con más frecuencia, en actos violentos. El desespero, la falta de propósito en la vida, una visión negativa del futuro y el pesimismo causado por expectaciones poco realistas en los jóvenes, los convierte en presa de ideologías extremistas que prometen villas y castillas en forma de cambio radical.
Las soluciones parecen habérsele salido de las manos a nuestra sociedad. La sugerencia de los autores canadienses es proveer a los jóvenes con un significado de la vida más positivo y satisfactorio para evitar que se radicalicen. Aconsejan, además, «intervenciones a través de las instituciones educativas». Sin embargo, esos centros educativos están implementando un currículo de adoctrinamiento ideológico, que explota la vulnerabilidad de los estudiantes. En el caso del movimiento LBGTQ, en su desespero por promover su agenda, se ha aliado con ideologías radicales y homofóbicas, exponiendo a sus jóvenes a ser usados como carne de cañón.
Paralelo al estudio canadiense, un estudio sueco titulado Personas Transexuales sometidas a Cirugía de Reasignación de Sexo (2011) examina las patologías asociadas con aquellos que persiguen lo que antes se llamaba «cambio de sexo,» luego «reasignación de sexo,» y ahora, procedimientos de «confirmación de género”. Las personas que se sometieron al TAG (Tratamiento de afirmación de género) estuvieron 19 veces más propensas a suicidarse que la población en general.»
Un seguimiento a este estudio en transexuales, halló que su riesgo de mortalidad se triplica en las personas de ambos géneros, reasignadas sexualmente. Esto incluye tasas elevadas de hospitalización psiquiátrica, crimen violento, intentos de suicidio y abuso de sustancias. Aun antes de que estos sujetos se sometan a procedimientos de reasignación de género, la probabilidad de una enfermedad mental es mucho más alta que en la población en general: Los transexuales han sido hospitalizados por problemas psiquiátricos diferentes a la de desórdenes de género antes de su reasignación sexual, cuatro veces más a menudo que el resto de la población.
Cada vez es mayor el número de casos como el del ex-‘transexual’ Walt Heyer, quien vivió como ‘Laura Jensen,’ por muchos años, y quien advierte ahora a otros sobre la futilidad y peligros de tratar de cambiarse al sexo opuesto. Heyer, sufrió mutilaciones en su cuerpo por medio de «cirugías» en su búsqueda por vivir como una «mujer,» pero abandonó ese estilo de vida y ahora aconseja al respecto en su página virtual SexChangeRegret.com
Un usuario de Twitter comenta sabiamente: “Hace tan solo unos años, no había balaceras en las escuelas. En ese tiempo había instituciones mentales y la gente con problemas psiquiátricos estaba confinada. Desde entonces, a alguien se le ocurrió que con la debida medicación la gente confinada podría regresar a hacer una vida normal. Lo cierto es que las medicinas no siempre trabajan como deberían, y depende del juicio de alguien decir si la medicina funciona o no”.
Causas y reacciones
El acto terrorista de Audrey Hale es investigado como un ataque motivado por el odio. El LGBTQ se opone rotundamente a que se publique el manifiesto, que confirmaría la motivación de Hale. El hecho de que el FBI ha tomado cartas en el asunto, puede prevenir que se conozca parte del contenido.
En un acto de insensibilidad, Joe Biden declaró “El Dia de la Visibilidad Transgénero” tan solo unos días después de la tragedia. Su llamado a “resignarse” a la tragedia causó el disgusto y descontento de la ciudadanía consciente. Por su parte, la izquierda calificó de odio conservador la indignación colectiva. Los «progresistas» demócratas, más cínicos, utilizaron los ataques para avanzar su cruzada contra las armas.
Estamos rodeados por el Mal en este mundo, dijo el reconocido predicador Franklin Graham —y es eso lo que vimos entrar en la escuela elemental en Nashville—el Mal. El demonio no estaba ciertamente en el arma, sino en el corazón y la mente de quien vino a matar y a destruir.
Como quiera que sea, los nombres de las víctimas se añaden a los de una larga lista: Tres niños de 9 años, Evelyn Dieckhaus, Hallie Scruggs y William Kinney, así como tres adultos, la directora, Katherine Koonce, la profesora substituta Cynthia Peak y el custodio de la escuela Mike Hill.
El dolor de una pérdida irreparable seguirá de por vida a sus familias y a su comunidad. Pero la verdadera lección todavía esquiva a los que están supuestos a mantener un orden y proteger a los mas inocentes. Aunque como dice un vocero mas razonable del grupo PFLAG, derivado del movimiento LBGTQ: «El contenido no cambia el resultado de la tragedia,»