El día de ayer, los precios del petróleo subieron más de 6 por ciento. Se trató del alza diaria más grande en muchos meses.
Este incremento fue propiciado por el acuerdo de la OPEP+, que acordó bajar la producción en 1.16 millones de barriles al día.
Hay que recordar que además de los integrantes de la OPEP, en este grupo, uno de los países más influyentes por el peso que tiene en el mercado es Rusia, lo que le dio un sesgo político a la decisión.
En otro momento le comentamos todas las implicaciones del hecho en cuanto a balance de fuerzas a nivel global.
Ayer mismo ya se incrementaron también los precios de algunos petrolíferos, como las gasolinas, lo que ha despertado el temor de que se puedan reavivar las presiones inflacionarias.
Con el nivel de precios registrado en la tarde de ayer, el incremento de los petroprecios respecto al nivel del pasado 17 de marzo ya es de alrededor de 20 por ciento.
Los expertos no ven viable que Estados Unidos pueda incrementar en el corto plazo su volumen de producción para compensar el recorte, así que, si no hay una caída de la demanda, tendremos precios del petróleo y sus derivados más altos de lo que se esperaba y… por varios meses más.
Este cambio tan sorpresivo en la tendencia de los precios del crudo muestra que el entorno internacional sigue con gran incertidumbre.
En ese contexto, no me parece razonable apostar a un crecimiento como el ratificado por Hacienda al presentar los “Pre-Criterios Generales de Política Económica para 2024″.
Algunos lectores nos preguntaron, tras la columna publicada ayer, por qué dudo de que el crecimiento de la economía mexicana en este año alcance 3 por ciento como supone Hacienda.
La razón es que los motores del crecimiento se están desacelerando y no es de esperarse que ese ritmo pueda mantenerse el resto de 2023.
Apenas la semana pasada observamos que las exportaciones no petroleras cayeron en 1.8 por ciento en febrero, uno de los peores resultados en muchos meses.
Es natural y explicable que ante mayores tasas de interés, la demanda en Estados Unidos comience a frenarse y con ello también su demanda de productos importados, que a su vez impactará en las exportaciones de México.
Y, será inevitable que el motor interno en nuestro país también se debilite gradualmente por la misma razón.
Consideremos que el nivel de la actividad económica en México este año no sube más allá del nivel de febrero… pero que no cae.
En ese caso, el crecimiento económico sería de 3.3 por ciento en el primer trimestre; de 2.1 por ciento en el segundo; de 1.1 por ciento en el tercero, y de 0.7 por ciento en el cuarto.
En ese caso, el crecimiento económico para 2023 sería de 1.8 por ciento, un nivel que está cercano a algunos de los pronósticos que han hecho instituciones como el FMI.
Veamos ahora un escenario más optimista, considerando que trimestre con trimestre, a partir del segundo, se logra una tasa de crecimiento de 0.5 por ciento respecto al trimestre previo.
En ese escenario, el ritmo de crecimiento promedio de este año sería de 2.5 por ciento anual.
Para que las cifras de Hacienda se volvieran reales, sería necesario un crecimiento de 0.8 por ciento, trimestre contra trimestre en lo que resta del año.
No pareciera ser una hazaña inalcanzable… siempre y cuando las tendencias que hemos visto en los meses recientes no continúen ni se agraven.
Pero, como lo más probable es que el freno económico de Estados Unidos sí pese más, creo que es más factible un escenario como el descrito más arriba, que quizás ubique el ritmo de crecimiento entre 1.5 y 2.0 por ciento.
El consenso, de acuerdo con las encuestas de Banxico y Citibanamex que se dieron a conocer ayer, es de 1.4 por ciento.
Cuando hay circunstancias tan cambiantes, parece más prudente hacer los cálculos de los ingresos futuros con niveles más conservadores, o bien, asumir el escenario medio del rango de previsiones, y no el más alto, como lo ha hecho Hacienda.
Por lo pronto, a la hora de hacer los cálculos de las ventas o los ingresos de sus negocios en lo que resta del 2023, no vaya a asumir los escenarios más optimistas, como Hacienda, sino más bien los que se colocan en un punto medio.
Si su apuesta es a que la economía mexicana crecerá tanto como el año pasado, creo que tiene más probabilidades de equivocarse que si adopta una actitud, no pesimista, sino simplemente un poco más prudente.
No espere que lo haga el gobierno.