MAYO
MELISA COSILIÓN
Mayo, debiste arder
entre mis manos
como una chispa de sol
en medio de la tormenta.
Como topacio, como granada,
como lengua descubriendo
el calor de la carne.
Mayo amarillo, tu fuego
arde en el silencio
de una hoguera que humea
y resplandece
al finalizar el viaje
del viejo niño río.
Y sin embargo,
ni el viento, ni el agua,
ni la arena
alcanzan para encender
toda alma desnuda.