Editorial

Camino sin retorno – Macario Schettino

Registre usted el viernes pasado, 1 de septiembre, como la referencia del cambio. En ese día, el presidente López Obrador fue a Campeche a dar su quinto Informe de Gobierno, que fue la acostumbrada letanía de mentiras, y después inauguró el Tren Maya con un viaje a Mérida que duró 10 horas, en un trayecto que en auto tarda hora y media. Mientras viajaba en su trenecito, Xóchitl Gálvez se presentó a la sesión inaugural del Congreso, tomó la tribuna con el respaldo de todos los legisladores del Frente Amplio y el abandono de la coalición gubernamental. Mientras el Presidente saliente se revolcaba en mentiras y se hundía en una de ellas, la líder consolidaba su lugar al frente de la oposición.

El quinto Informe fue igual a los anteriores y, en esencia, a todas las mañaneras. El Presidente miente sin pestañear, sea para prometer un sistema de salud de primer mundo o para anunciar que por fin refinaron un litro de gasolina en Dos Bocas. No fue así, lo que se obtuvo en esa refinería, que no se ha terminado, es un producto intermedio que se llama nafta. Esto significa que una parte de la refinería puede funcionar, pero no lo demás, de forma que no se puede obtener todavía algo útil. El resto de los equipos no está listo para utilizarse, de manera que no tiene mucho sentido que usen la parte funcional. Esa nafta tendría que llevarse a otra refinería para ser transformada en gasolina, y el transporte, además de peligroso, sería un costo innecesario. Supongo que en cuanto se vayan cámaras y micrófonos, detendrán la operación hasta terminar lo demás. Será para el próximo sexenio, pues.

Lo del tren sí es de dar lástima. López Obrador quiso presumir que ya terminaron unos tramos, y lo único que logró es poner en evidencia su incapacidad (y la de su gobierno y sus militares). Aunque en el tramo Campeche-Mérida se detuvo un par de ocasiones, el traslado ocupó más de cinco horas para una distancia que se recorre en auto en hora y media. Ese tramo, por cierto, ya tenía vías desde los tiempos de Porfirio Díaz. El siguiente, de Mérida a Cancún, sí es nuevo en parte, pero se les descompuso el tren, y estuvieron dos horas detenidos antes de poder dirigirse a Chichén Itzá. La oposición jamás habría logrado evidenciar la incompetencia de López al nivel que lo hizo él mismo.

El mismo primero de septiembre se instaló el Congreso para el último año de la LXV Legislatura, y en ese acto se recibe el informe presidencial. Bueno, pues la mensajera, que era la secretaria de Gobernación, tuvo que esperar una hora porque en el recinto parlamentario se registraba la consolidación del liderazgo de Xóchitl Gálvez al frente de los partidos de oposición. No es un evento que deba menospreciarse. Por años se dijo que no habría forma de que la coalición se mantuviese, que pudiera tener un candidato con potencial, que la naturaleza de PRI, PAN y PRD acabaría con todo. No ha sido así.

Ya se enfilan todas las armas en contra de ella: participantes de redes utilizando acusaciones varias, “periodistas imparciales”, diputados buscando desaforarla, ataques directos a su familia. López Obrador hará todo lo que esté a su alcance para evitar la candidatura de Xóchitl Gálvez, igual que han hecho sus pares en Venezuela o Nicaragua. Sabe que, en una elección limpia, como las que tuvimos de 1997 a 2018, será derrotado, él y su candidata. Pero ya inició el ocaso, que se acelerará esta semana cuando tenga que ungir a Claudia. El fin está cerca, pero hay camino por recorrer. Un camino complicado, pero factible.

 

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