UN ROSTRO EN BRASAS
GABRIEL AVILÉS
A PULSO DE TINTA
presagiodemar@gmail.com
Percibo el olor a geranios exhalados por eternidades surgiendo de tus piernas.
Ante ti, soy Cavafis adolorido, el ciego que palpa un rostro en brasas.
Por eso, te escribo esta tarde reiterando: aún tienta el olvido.
Ni los cigarrillos, ni mis manos temblorosas por tanto café entienden mi ansiedad de saciar mis instintos con los tuyos sin importar que después la amnesia hale todo roce.
Con denuedo, miro tu desnudez y pareces un semidiós extraviado entre los laberintos de mi celo.
Carne VS Carne.
Los geranios desisten a fenecer e invaden tu espalda. Beso sus pétalos uno a uno.
Cansado, decido sacrificar inciensos.
Te escribo porque las metáforas arropan tus caderas.
Como siempre Sabina invade mi nostalgia y los geranios permanecen en el aire mientras te aferras al desértico sexo.
Copulo con tu deserción y entiendo por qué los viejos dicen que los relojes no fornican con ardides, ni con el mientras, quizá con un todo casi absoluto.
Tu fragancia se pierde.
Intento retenerte con tinta y la hoja de papel se apropia de los versos más obscenos de tu pelvis.
Los geranios se arrumban en el rictus del fenecer.
Emigras con ellos.