Editorial

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La vorágine a 100 años. Vigente en este siglo XXI

NORMA SALAZAR

La Vorágine del escritor colombiano José Eustasio Rivera, una novela célebre de la literatura colombiana e hispanoamericana, novela para cavilar y encontrar las interrogantes de las conductas humanas de  aquella época convulsa. ¿Cuál es el conflicto de La vorágine? Primero amable lector no hay que perder de vista es una historia narrada de pasión y venganza de su protagonista Arturo Cova y su amante Alicia, situada en la selva amazónica, la llanura donde los amantes huyen de toda sociedad, ahí, se exponen a difíciles condiciones de vida de la gente nativa, es decir, los colonos indígenas esclavizados en los años de la afamada fiebre del caucho.

Déjeme enfatizar, a partir de Cova-narrador y de su texto analiza a Cova-protagonista, este protagonista considerado con frecuencia como un héroe nacional y protector de los explotados y subyugados, por otro lado, la novela nos da matices del personaje que tenía rasgos de una conducta patológica, en los términos literarios observamos que es un personaje con un carácter dominante, su conducta inherente de la perspicaz voz que rememora y la califica. Asimismo, esta historia de amor entre Arturo Cova y Alicia que es narrada en primera persona es un pretexto para denunciar las injusticias que se cometieron en contra de los siringueros por su antagonista Narciso Barrera un hombre sin escrúpulos, asesino que explotaba a los caucheros.

Un fragmento de la carta de Arturo Cova:

“… Los que en un tiempo creyeron que mi inteligencia irradiaría extraordinariamente, cual una aureola de mi juventud; los que se olvidaron de mí apenas mi planta descendió al infortunio; los que al recordarme alguna vez piensen en mi fracaso y se pregunten por qué no fui lo que pude haber sido, sepan que el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara, vagabundo, como los vientos, y me extinguiera como ellos sin dejar más que ruido y desolación”

La vorágine es un relato ficcional, un rompecabezas neocolonialista con diversos recursos estilísticos, una novela que denuncia y devela la explotación humana y frágil; la belleza de la selva colombiana y devorada, un aprovechamiento antropocéntrico bajo un supuesto “ideal del progreso”. Esta novela es  una codificación de la selva como región y  zona fronteriza en el que se manifiesta los límites entre civilización y lo salvaje o, entre la naturaleza y la cultura nacional. Se presta óptimamente para un estudio ecocrítico la representación ecocrítica designada en todo momento que la selva es el indudable protagonista del texto. La representación de  la novela crítica al sistema capitalista y neocolonialista inventado por el hombre, intenta destacar las terribles consecuencias nefastas del comportamiento humano con el medio ambiente a su vez trata de estimular a los lectores contemporáneos para reflexionar sobre el aceleramiento destructivo ecológico.

Fragmento de la novela La vorágine

“La devoradora falange iba dejando fogatas en los llanos ennegrecidos, sobre cuerpos de animales achicharrados, y en toda la curva del horizonte los troncos de las palmeras ardían como cirios enormes. El traquido de los arbustos, el ululante coro de las sierpes y de las fieras, el tropel de los ganados pavóricos, el amargo olor a carnes quemadas, agasajáronme la soberbia; y sentí deleite por todo lo que moría a la zaga de mi ilusión (…)”

La idealización del amor en La vorágine es otro aspecto a resaltar, la narrativa está decretada por una cualidad liberada desde su inicio erige un afán y aspiración consciente de alcanzar un ideal alejado o irrealizable que es el sentimiento de amor, leemos el siguiente párrafo de la novela:

“Antes de que me hubiera apasionado por una mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron suplicas. Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama en el leño que alimenta.

Cuando los ojos de Alicia me trajeron la desventura, había renunciado ya a la desesperanza de sentir un afecto puro. En vano mis brazos –tediosos de libertad- se tendieron ante muchas mujeres implorando para ellos una cadena. Nadie adivinaba mi ensueño. Seguía el silencio en mi corazón”

Arturo Cova imprime una aceptación, el ideal que apremia apasionadamente, él es un poeta romántico que se encuentra en busca del amor ideal, por ende, de la mujer que lo encarne. Ideal que a pesar de su vasta rutina de seductor continuamente le soslayó, por lo que el personaje ha emprendido a mostrarse de acuerdo su dependencia, a ceder  en su búsqueda. Lo que personifica al protagonista de La vorágine desde su apertura ha abordado el rechazo de  esa mentira romántica que es una secuela insuficiente para vislumbrar el mundo, dado que hay en él una actitud consciente con relación a la falsedad de su esencia anhelada. Arturo Cova recomienza de esta representación su cura frente al idealismo romántico.

La huida de dos jóvenes de buena familia en una sociedad cautelosa personifica un acto de franca expresión romántica, pues, en este suceso  ha dado ventaja a los sentimientos y, ante todo, a los intereses individuales sobre los acuerdos sociales. La fuga de estos protagonistas es su búsqueda de leitmotiv y de toda acción en la novela, a pesar de que en esta narración no se ve el amor caballeresco ni mucho menos una poesía romántica; ese amor caracterizado, es decir, el sentimiento de amor, el amor que nos muestra la novela tiene recovecos de una pasión contradictoria, vasta de altibajos en acontecimientos incomprensibles, en inicio es un amor práctico que se observa bastante a la pasión carnal, efímera, a un afecto excelso que alaba a ambos, claro ejemplo en el siguiente párrafo:

“Respecto de Alicia, el más grave problema lo llevo yo, que sin estar enamorado vivo como si lo estuviera, supliendo mi hidalguía lo que no puede dar mi ternura, con la convicción íntima de que mi idiosincrasia caballeresca me empujará hasta el sacrificio, por una dama que no es la mía, por un amor que no conozco”

Termino ávidos lectores, La vorágine un clásico de la literatura colombiana y latinoamericana está de plácemes. 100 años para conmemorar habrá homenajes y diversas actividades. La vorágine es una novela tan actual en distintos espacios y épocas que no pierde su relevancia y aporte literario.

 

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