Editorial

Mariel Turrent – Conversaciones del Taller Malix

Mariel Turrent

Conversaciones del Taller Malix

 

 

Tema 2: Sustancias peligrosas

Parte 4 Advertencia sobre el uso de sustancias

 

Susana siempre tuvo cara de mustia. Se había hecho fama de seria. De no romper un plato. Sabía guardar las formas y ni siquiera cuando, para pasar un fin de semana con su novio organizó la escapada a Puerto Vallarta poniendo de pretexto mi cumpleaños, logró perder la compostura. Las que acudimos al supuesto festejo, acordamos dejarles la recámara de la King Size a ella y a su novio —un mango que a cualquier de nosotras le hubiera gustado devorar—, y pasamos la noche apretadas en los sillones de la sala donde, con una botella que yo había llevado, brindamos convencidas de que lo hacíamos por la causa. Al día siguiente, cuando en confidencia le pregunté qué tal, Susana enfundada en una pijama de corte japonés con pantalón y saco con botones diminutos de alta seguridad, expresó todo con su conocido gesto.

¡Pendeja!, le dije.

Susanita se las daba de poeta. Le gustaba obsequiar a aquel novio con emotivos sonetos y llenaba su cuaderno de aforismos rimados. Yo trataba de alentarla a que escribiera mejor. Te deberías de fumar un churro, si eres escritora tienes que probar la mota, le insistía. Llevarías tus escritos a otro nivel, harías literatura. Mira, Susana, ya en serio, sin ayuda, jamás vas a pasar de ser una romántica cursilona. Los grandes son todos pachecos, y los mejores han probado toda clase de sustancias. Pero como siempre, ella repetía su gesto y se reía como si fuera una broma mi advertencia.

Sin embargo, mis consejos no fueron del todo desoídos. Unos años después, me escribió para decirme que finalmente lo había hecho. Alentada por mi insistencia había conseguido con una amiga la yerba y había tenido su primera experiencia en un hotel de Puerto Aventuras. No dijo más. Meses después me volvió a escribir y me aseguró que lo había vuelto a hacer en el Club Med de Cobá con un novio aficionado a ese tipo de viajes, y que gracias a eso, había escrito un poema dedicado a mí, que había enviado a un concurso y no podría leer hasta que dieran la resolución. El premio era un viaje a París, y prometió que yo la acompañaría. Desde ese día me soñé en Francia y esperé ansiosa la fecha del fallo segura de que Susana, desde luego ya no era la mojigata de la prepa. Me daba gusto pensar que ya había evolucionado, ya estaba en otro nivel.

No ganó.

Pero me aseguró que no tenía que preocuparme que su poema era buenísimo y que había otro concurso con un premio aún mejor. Le pedí encarecidamente que me lo enviara. Ya no quería hacerme ilusiones. Necesitaba constatar que era verdad lo que decía.

Después de mucho rogarle, finalmente lo recibí. Me confesaba en un preámbulo, que a pesar de haberlo intentado varias veces, en realidad la mota no le había hecho sentir nada. En tono de preocupación me advertía de lo nocivo que puede resultar consumir con regularidad, y aseveraba que ella realmente no necesitaba de eso para hacer arte, que su talento era nato y que ahí estaba la prueba.

Leí con detenimiento.

Al final, no pude más que expresar una sola palabra: ¡pendeja!

 

 

Mariel Turrent Eggleton escritora cancunense, cofundadora de Malix Editores. Tiene publicadas las novelas Oveja Negra (2021) y Hasta el último vuelo (2018), los poemarios Desnudeces de agua (2001), En el profundo oleaje de nuestros amores (1999) entre otros. Primer premio en el Concurso de cuento «Rafael del Pozo y Alcalá» 2021, organizado por Grupo Vértice. Galardón Sasil 2023 por su trayectoria, otorgado por el CCCAQR.

 

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