CARTAS AL SUEÑO DE MI PADRE
MELISA COSILIÓN
Padre, siéntate a la orilla
de la cama.
Ya no tiene la madera que meció
las pesadillas infantiles
de esos años donde tu ausencia
pesaba, tanto, que terminó quebrando mis alas.
Padre, yo no quiero ser tu amiga ahora,
yo vine bebiendo la paz
que dejó por herencia unas manos
generosas que extraño.
Tampoco vengo a reclamar el amor
que necesitaba mi madre.
Sé que tu sangre fallece lejos de mí,
que tu valor se agotó después de cruzar
la frontera.
Padre, vengo a entregar tu inocencia de niño,
el amor que abandonaste de joven,
la congruencia olvidada esa mañana
en que pediste a tu hija que nunca naciera.
Como ves, no te traigo mensajes de guerra,
porque la sangre derramada en el Mundo
ahora mismo ya es tanta
que quisiera que en tus sueños volvieras
a pelear contra lo injusto, alzando la voz
frente a los explotadores; porque estoy segura
que en ese instante podríamos encontrarnos
y entonces me reconocerías
tu compañera de lucha.