LOS ESPACIOS VACÍOS
GUILLERMO ALMADA
Los bancos de arena,
como lenguas blancas,
hundiéndose en la greda.
Los espacios vacíos,
tan parecidos a la ausencia,
y tu voz, como el murmullo
que arrastra, en su caudal, el río.
Aunque siempre fue tu voz.
Y todo el tiempo queriéndote.
Acurrucado en otros brazos,
besado en otros labios,
nombrándote con otros nombres.
Viendo otros rostros,
pero siendo siempre vos.
A medida que no estabas,
más presente te volvías,
y cada persona que me hablaba
se empeñaba en ignorarme,
o en hacerse, para mí, desconocida.
Todas las palabras
las había reservado para tus oídos,
y sentía una inminente necesidad
de compartírtelas.
No podía esperar.
¿Si acaso me moría antes
de decírtelas?
¿Si acaso te morías antes
de que te las dijera?
Esa urgencia de vos,
como diente de carcoma,
iba royéndome por dentro.
Yo te buscaba
en las copas de los árboles,
en las puertas abiertas
de las vecinas
que barrían la vereda,
en las luces de los semáforos,
y en la sirena de los barcos
que se alejaban de la costa.
Y pensaba que, a lo mejor,
allí te irías,
también buscándome,
y por eso persisto
en este muelle,
porque sé que vendrás.
Cuando descubras que no estoy
en el resto del mundo,
volverás.