Denisse Ascencio
Conversaciones del Taller Malix
Tema 2: Sustancias peligrosas
Parte 8 El aprendiz
Reconozco que para muchos el inicio de mi historia guardará cierta similitud con un relato escrito allá por el año 1917. Y que, aunque comparto los infinitos eslabones de morfina, debo mantenerme sereno para no caer en la locura mientras escribo esta carta de despedida.
Fue en mis años mozos cuando, guiado por la pasión y el deseo desenfrenado por convertirme en un destacado y afamado maestro de las letras, más que nada para ganar el favor de alguna que otra dama, busqué, contra viento y marea, el respaldo y la tutela del gran Marius. La mente más brillante del siglo capaz de compararse con Brian Lumley o un Peter Straub. Gracias a Vittorio, su enigmático personaje, piedra angular de sus obras ocultistas y profanas que encantaba a lectores de todo el mundo. Pero no fue hasta mucho después que descubrí el porqué.
Mi maestro, así como sus escritos, estaba rodeado de oscuridad y misterio. Alejado del bullicio de la ciudad vivía en una antigua mansión en medio de un peligroso bosque escondido en una perpetua neblina y su estudio se encontraba bajo innumerables llaves y cerrojos. Sin embargo, fue una noche cuando por azares del destino fui testigo del ritual de Marius. Bajo la luz de la luna descubrí que la musa de mi maestro no provenía de la típica inspiración literaria. En su estudio, el anciano escritor ingería sustancias ilícitas, algunas creadas de la mano del hombre y otras a base de hierbas místicas que aseguraban abrir puertas a dimensiones desconocidas. Estas sustancias alteraban su percepción y le permitían vislumbrar criaturas de otro mundo, monstruos que se ocultaban en las sombras de su mente. Era la evocación final para contemplar al sublime Vittorio.
Guardé su secreto hasta el día de la muerte de Marius y, solo hasta que me encontré empapado bajo una lluvia torrencial delante de su helada tumba, fue cuando permití el ingreso de Vittorio en mi vida.
Fue como tomar de golpe todas las estrellas. Al principio, me sentí indigno al presenciar cada noche la venida del angelical ser. Pero a medida que pasaba el tiempo me volví su amante, y experimentaba tal frenesí en sus labios que la droga más pura no podía rivalizar con el éxtasis de su voz. La línea entre la realidad y la fantasía se volvió borrosa, y las palabras fluían de mi pluma de una manera que nunca antes había versado. Sin embargo, no supe parar. Embriagado de poder y drogas, mi adicción por Vittorio me consumía a cada momento, haciendo que la neblina perpetua de mi mente no dejara lugar para la lucidez. A cada minuto que pasaba sentía mi cuerpo deteriorase y mis fuerzas menguarse. Sabía que la locura se apoderaba de mí, pero no podía dejar de alimentar mi obsesión.
Hoy, mientras escribo esta carta de despedida, sé que mi destino está sellado. Vittorio ha reclamado mi cordura, y la oscuridad que una vez inspiró a Marius ahora se traga mi existencia. Quizás, en algún rincón olvidado de la historia, mi nombre se entrelazará con el de mi maestro y el de Vittorio, como una advertencia a aquellos que buscan la inspiración en los recovecos más remotos y lóbregos de la mente.
Que esta carta sirva como testamento de mi descenso a la locura, y que los lectores futuros, si es que queda alguno, sepan que la búsqueda desesperada de la genialidad puede llevar a lugares de los que no hay retorno.
Denisse Ascencio, nacida en Jalisco, aunque más chilanga que la torta de chilaquil. Creció con sus abuelos, su madre y su hermana y a ellos debe la pasión y devoción a las letras. Licenciada en mercadotecnia por la Universidad Del Valle de México y especializada en mercadotecnia digital es uno de los jóvenes talentos del taller de escritura creativa de Malix Editores.