TANATOLOGIANDO
LAURA SALAMANCA L.
EFECTO PLACEBO Y NOCEBO
En el efecto placebo vemos a todas estas personas que por razones que apenas estamos comenzando a entender, sanan rápidamente y muestran inmediatamente un alivio al dolor, después de tomar un placebo, que viene siendo una sustancia inerte, hasta un dulce, o un procedimiento simulado sin propiedades, que le permite funcionar como un agente curativo. No siempre es bueno el resultado incluso llegan a haber efectos adversos por efectos secundarios, graves y desagradables y es entonces cuando aparece el efecto nocebo. Y es que no es tanto la acción del agente sino el grado de expectativas que se tiene ante la sustancia o el procedimiento.
En muchas de las ocasiones el efecto puede ser inducido solamente por las palabras o por la actitud de alguna figura de autoridad como podría ser un médico o alguien con mucho poder para la persona, como los padres, algún cura, un gran amigo, un abuelo o abuela etc.
Por ejemplo cuando existe un problema de cáncer, el “efecto de la sala de espera” es importantísimo, ya que aquí se relacionan las personas únicamente que tienen cáncer y entre las conversaciones se generan grandes expectativas de vida, se platican los sentidos de vida, porque quisieran seguir viviendo, que integrante de la familia les mueve a seguir adelante y poco a poco comienzan a ponerse bien y empiezan a mejorar gradualmente siendo los médicos los primeros en no entender que pasa con estos pacientes que se van recuperando a pasos agigantados. Cuando hay una intensa creencia en el valor de la terapia, puede entrar en función el poder de la sugestión que causa un cambio fundamental en el medio interno del cuerpo.
Los sentimientos son químicos y pueden curar o pueden matar. En esto los placebos pueden ser útiles por los símbolos de esperanza que movilizan expectativas y algunos pacientes mejoran a pesar de sus situaciones adversas y son válidos si de salud se trata (quizás los allegados puedan decir que se le crean al paciente falsas esperanzas) pero esto ha salvado muchas vidas.
Pero como buenos mexicanos al saber que tenemos cáncer, inmediatamente en la imaginación aparece la tumba y entra en el cuerpo una sensación de abandono, angustia, desprotección y depresión. Pero si el médico que trata es entusiasta y los compañeros de sala de espera están llenos de ilusiones para cuando se alivien, también esto es contagioso y mueve montañas. El paciente puede aliviar.
En situaciones donde el médico le dice al paciente que no le quedan más de 3 meses de vida, el propio paciente se resigna al diagnóstico por un lado, pero por otro lado, recuerda que no ha vivido lo que ha querido vivir y pretende en esos 3 meses vivir lo no vivido y entonces allí es donde se da cuenta que empieza a vivir y el tiempo que ha desperdiciado por no hacerlo. El propio paciente se auto induce el placebo y al cabo de 5 o 10 años queda solo como una anécdota porque el propio organismo empezó a sentirse mejor y mejor.
Yo conocí dos casos en Hospital General de personas con cáncer, que ya tenían algún tiempo en a quimioterapia y radioterapia y acudían con regularidad al médico hasta que después de 2 años y ya cansados de la severidad de los efectos secundarios de los tratamientos deciden abandonar el hospital y hasta que me entere seguían vivos y sin cáncer y es que el cuerpo es sabio y sabe hasta qué punto pueden estar lastimándolo y dice “hasta aquí”. En este caso a actitud es el placebo donde “le voy a dar a mi cuerpo lo que me pida”, sin restricciones y se sueltan.
En el efecto nocebo, el resultado no es favorable, incluso alguna palabra mal empleada puede hacer que el paciente enferme y se empeore. Justamente eso pasó en la pandemia, a la fecha no podemos concebir como tanta gente murió cuando ni siquiera salieron de casa. El ambiente que se generó en la calle y con tantas noticias hizo de efecto nocebo y el miedo se apodero de estas personas, incluso algunas murieron y otras quedaron como con secuelas porque no quieren tocar nada y siguen usando cubrebocas, a la fecha siguen cuidándose en extremo.
Pero hay un dicho que dice: “ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre” por lo que se recomienda dejar a un lado la sugestión ya que sabemos que moriremos algún día, pero estar pensando en ello constantemente nos puede enfermar, y tampoco podemos exponernos a peligros a cada paso. Lo ideal es caminar normalmente alertas a lo que pueda pasar y como he repetido en escritos anteriores la frase de un gran amigo:
“Une mente alerta, para esperar los inesperado”
Cuando pase algo, o llegue alguna noticia desafortunada. Primeramente hay que hacer un alto en el camino con mucha calma y pensar todo minuciosamente, al mismo tiempo de estar pensando en la solución que se le puede dar desde donde estamos, sin alteraciones ya que si dejamos que la noticia o el impacto entre sin esperarlo (por sorpresa) nuestro cuerpo estará muy desprotegido. Por eso es bueno tomar todo con la mayor calma posible, y será bueno poner el problema o la noticia fuera de nuestro cuerpo como si estuviéramos viendo una pantalla para desmenuzar poco a poco lo que está pasando, para no darle oportunidad que nos afecte a nuestros órganos. Incluso la persona que nos esté informando o el evento en sí, requiera de una respuesta inmediata, pues con mayor razón y no importa lo que la gente quiera a nuestro alrededor, primero cuido y protejo mi cuerpo. Y podremos contestar “solo dame un momento”
Existe una conexión entre la mente y el cuerpo. Es importante creer en el poder de la mente para sanar el cuerpo. A través de historias y estudios científicos, demuestra como los pensamientos y creencias pueden influir en la salud y el bienestar
Joe Dispenza