Erika Mitzunaga
Conversaciones del Taller Malix
Tema 3: A propósito de Lady Macbeth
Parte 6 Mal de amores
Releyó con prisa el mensaje que estaba a punto de compartir, si, estaba bien, sin embargo, una rabia ardiente subía desde su pecho. Respiró profundo, sintió una punzada en el estómago. “¿Qué estaba pasando?”, se preguntó, “¿Cómo hemos llegado hasta este punto?”. En el último mensaje lo acusaba de haberla violado y de golpearla, describió hasta el último detalle. Contaba con el apoyo del vasto número de seguidores de su prima, quien lo haría viral.
Menos de dos años habían pasado desde que se casaron y diez meses del nacimiento de su bebé. Hubo viajes, regalos, amueblaron juntos la casa y, ahora, él a través de su abogado le pedía desalojase su hogar y le devolviera la camioneta que le regaló. “¿Acaso se había equivocado al enviar los primeros mensajes?”. La sensación de injusticia y traición la envolvía como una sombra oscura que amenazaba con consumirla. Justo en ese momento sonó su móvil, miró la pantalla: era su prima.
—Hola, ¿cómo vas? Oye, creo que te estás pasando, vi los mensajes que subiste antier. Claro, con gusto los comparto, pero una cosa es tu furia por el cuerno que te puso con la pinche vieja del despacho, y otra son las acusaciones que estás haciendo. Además, involucras a la oficina donde trabaja, ¿no te parece que es demasiado? Te puede salir el tiro por la culata.
—Y ¿qué hago? hace meses que no me deposita, recién colgué con mi abogada, quieren quitarme la casa y el coche. Estoy desesperada.
—¿Quieren? ¿A quiénes te refieres?
—Tomás y la pendeja con la que anda. Una amiga que sigue trabajando en el mismo lugar, me contó que es ella quien lo aconseja para que me quite la casa está enojadísima por los mensajes donde la exhibí como la puta que es —respondió.
—¡Cálmate! Yo comparto lo que me pides, más desde un primer momento te dije que lo tuyo con Tomás se había acabado, que dejases de insultarlo y te buscaras un buen abogado. Tomás es un cabrón, mujeriego y desmadrozo, pero su hijo le importa. Sin embargo, preferiste dejarte aconsejar por tus amigas, que, por cierto, cada día ves menos, e iniciaste esta guerra en las redes que sin duda estas pagando caro.
—Estaba cegada por los celos, la ira, la impotencia y sobre todo por el miedo.
—¿Miedo?
— Claro. ¿Cuándo en mi pinche infancia tuve los viajes, la casa, el coche que tengo? ¡Nunca! Y me mató que me dejara cuando recién había nacido su hijo. No sé qué hacer, mi abogada me dice que debo sentarme a negociar con él, pero no me quiere dar nada. En la primera cita dijo que me cedería el veinticinco por ciento de su sueldo y me prometió la casa. Ahora está tan encabronado por lo que dije de su zorra, que no accede a nada. Ella, emputada como debe estar le dijo literal: “chíngatela“, y eso está haciendo el muy cabrón.
—Oye, me tengo que ir, solo piensa que esta escalada en los mensajes que ambos están posteando. Son un circo para sus conocidos, son la novela del día, y son ustedes dos y sobre todo el niño, los que saldrán perdiendo. Vete a casa de tu mamá unos días, relájate un buen y deja de estar alimentando el morbo de la gente. ¡Piensa!, por amor de Dios, ¡piensa!
Colgó el teléfono, respiró profundo y, decidida a proseguir con esta guerra en redes, ajena a las recomendaciones de su prima y cegada por un rencor más fuerte que la prudencia, le dio send al mensaje que recién había escrito.
Erika Mitzunaga publirrelacionista y pionera cancunense, ha contribuido a lo largo de sus 30 años de carrera al posicionamiento del destino. Lectora apasionada y limpiadora obsesiva, piensa que una taza de café o una copa de vino y un buen libro son la mejor compañía para una tarde de viernes. Es miembro de los talleres de Malix Editores y sus relatos son testimonios invaluables del crecimiento de su ciudad, aunque ella escribe para ordenar y dar sentido a los recuerdos de su propia vida.