RADIOGRAFÍAS
La muerte en la literatura, tradición y cultura japonesa
NORMA SALAZAR
Para el país nipón, en conclusión la muerte irradia en la literatura, actitudes propias entre sus tradiciones y creencias asimismo surgen hermosas reflexiones en obras narrativas o poéticas.
Esto es quizás más indiscutible en la tradición japonesa que pone de realce la integridad de algunos de los rompecabezas. En su literatura existen grandes escenas referente a la muerte, así como narrativas hermosas y conmovedoras de sus seres queridos, un tema céntrico de la literatura nipona ha sido la omnipresente frase mono no aware, que se trascribe habitualmente como “el pathos de las cosas” en el sentido de melancolía mancomunada a la transitoriedad de dichas cosas. Encuentra su máxima expresión en el Romance de Genji, una obra maestra del siglo x escrita por Murasaki Shikibu en el cenit del período Heian (Shikibu, 2003).
“Al oír el suspiro del viento que cubre de rocío el páramo de Miyagi,
mi corazón, inconsolable,
va hacia las pequeñas frondas de hagi”
El Jisei no Ku un poema escrito por el autor antes de su muerte, una tradición entre las personas alfabetizadas del Japón. La complejidad y aquellas mentes cerradas que no son capaces de comprender, interpretar y disfrutar en cada línea a estos escribas que muestran sus historias con temas completamente relevantes e intrigantes con su único estilo a su vez distintivo del país del sol naciente a diferencia del mundo occidental son concretas, directas las emociones referente a l acto de la muerte.
Déjeme enfatizar, la muerte un tema frecuente en la literatura japonesa nos muestra la vida de personajes que en ocasiones no llega a encontrar la satisfacción, plenitud para consolar y aceptar a su corazón, nombres que en el transcurrir de su vida conforman su presencia a través de las palabras con esmero se vuelven eternas por su creador literario.
“Quiero seguir sintiendo a toda costa que algún día he de morir. De otro modo, no sentirá que estoy viviendo. Por eso, mi vida es así”
Remembranzas que podemos observar, asimismo nos transporta en una imagen de desvanecimiento, capaz de transmitir en toda obra literaria los sentimientos más profundos que al llegar a sus últimas páginas, uno desea más porque los protagonistas están abiertos con su alma, su interno Yo. Los protagonistas a diferencia de los personajes occidentales, el significado del corazón es un elemento muy significativo, es decir, la concepción del propio Yo es una esencia elevada.
Reitero, no existe en la historia de la literatura japonesa que no se sumerja en la huella de la muerte, no es solo un ornamento literario, es un elemento primordial en la tradición e ideología japonés, son conceptos que rompen todo esquema entre el cielo e infierno.
En efecto, en el término del ritual propio la cultura religiosa más antigua y dominante en el Japón arcaico de raíces sintoístas, ofrece una proliferación de ritos de ablución y por supuesto de purificación, conocidos como misogi y harai , una tradición mitológica y exegética que proveerá de una lexicografía propia para puntualizar el ciclo origen-deterioro-restauración del termino Ke que significa energía vital que sostiene el universo, Kegare o la contaminación simbólica que involucra la pérdida de la fuerza original y el declive de éste mundo que implica lo natural y social indistinto. La creación de un espacio ritual de regeneración, harai o ritual de purificación y naru, umareru la generación de un nuevo ciclo vital.
En el plano ritual tiene un significado relevante político, conocido como ōhare en lo cual participan los representantes de toda una administración del estado, los santuarios principales de toda la población y por rende de todo el país.
Otro componente clave que se muestra en esta literatura es la reminiscencia, añoranza del pasado. Los recuerdos de la infancia, el calor del hogar, el cariño y soporte de los seres que han fenecido, conducen al lector por su vía en la historia. La literatura sin vacilación es un puente entre culturas, un aliento de tradiciones, un reflejo del alma. El reformador budista Kobo Daishi en el año 800 d.C. Acertó con una reflexión
“ […] Aunque exhala perfume el color
Se marchita y cae
En nuestro mundo nadie
Es eterno
El transitorio, espeso bosque
Hoy he atravesado
Ya no veré ligeros sueños
Ni tampoco me embriagaré”
Termino ávidos lectores, la aceptación en general de la transición de la vida misma, facilita una visión más práctica y natural del viaje al más allá. Cada individuo hospeda un Kami, una deidad o espíritu sagrado al fenecer se aparta del cuerpo físico y regresa al mundo natural, acrecentando su divinidad.