Elisabeth Ortiz
Conversaciones del Taller Malix
Tema 5: Literatura gourmet
Parte 6
Cilantro o yerbabuena
Elizabeth Ortiz
El teléfono sonó a media mañana, era Juan desde su oficina.
—Amor, ¿cómo va todo? —preguntó Juan con algo de ansiedad: Raúl, su amigo de la preparatoria, llegaría de Seattle ese día. Sabía que extrañaba los platillos caseros de México y quería que la primera comida que compartieran en su hogar fuera inolvidable.
—Todo bien —respondió la recién casada—. Ya tengo todos los ingredientes y encontré la yerbabuena super fresca en el mercado.
—¿Yerbabuena? Las albóndigas se hacen con cilantro, Clara. Todo el mundo lo sabe.
Después de colgar, Clara, angustiada, llamó a su abuelita para confirmar la receta.
—Claro que llevan yerbabuena, querida —respondió la señora con su voz cálida—. Es lo que les da ese sabor especial.
Clara quería complacer a su esposo. Así que salió corriendo a buscar cilantro en las tiendas cercanas, pero no lo encontró en ninguna parte. Regresó a casa con las manos vacías, derrotada por el reloj y la presión. Decidió seguir la receta de su abuela. Sentía que el mundo se le venía encima; temía que Juan pensara que no era capaz de hacer algo tan sencillo, como unas simples albóndigas.
El momento de la verdad llegó cuando Juan y Raúl entraron por la puerta. Clara sirvió las albóndigas con las manos temblorosas, temiendo el primer bocado.
—¡Esto está delicioso! —dijo Raúl—. Clara, estas son las mejores albóndigas que he comido en mi vida. ¿Podrías servirme dos más?
La chica sonrió con alivio, pero sus ojos se dirigieron rápidamente a Juan, buscando alguna señal de aprobación. Él no dijo nada, solo continuó comiendo en silencio.
Durante la sobremesa, los dos amigos comenzaron a hablar del pasado, recordando anécdotas de la preparatoria. Entre ellas algunas con Norma, la exnovia de Juan, una relación que había durado siete años. Clara sintió un nudo en el estómago. Seguramente Norma conocía todas las recetas favoritas de su marido, incluida la de las albóndigas con cilantro.
La inseguridad se apoderó de ella. Pretextando un dolor de cabeza, Clara se retiró a su recámara, tratando de contener las lágrimas. Se sentía derrotada, convencida de que nunca podría estar a la altura de ese amor pasado que, por lo que veía, seguía presente en los recuerdos de su esposo.
Mientras tanto, Juan llevó a Raúl a su hotel. Estaba satisfecho de haber ganado la apuesta a su amigo con la comida, pero su mente estaba ocupada en cómo derrotarlo en el partido de squash al día siguiente para completar su victoria.
Elizabeth Ortiz, Ciudad de México en 1975. Orgullosamente Cancunense desde el año 2000. Licenciada en Contaduría Pública se desempeña como Agente de seguros. Tiene obra publicada en las memorias colectivas Ladro, luego escribo de 2019 y 2022 y es una feliz Tallerista Malix gracias a la escritura a ha descubierto habilidades desconocidas y grandes amigos.
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