RADIOGRAFÍAS
El fenómeno del true crime
NORMA SALAZAR
La serie referente a Jeffrey Dahmer es tiempo de cavilar sobre la fascinación de la cultura pop, los casos de muertes que causa a las víctimas y, el por qué los espectadores están atentos a sus episodios.
Serial, el exitoso podcast que da inicio a las flamantes series de True Crime, tal y como las vemos tras décadas el género que causó todo un fenómeno, podcasts, documentales limitados o miniseries, series confinadas en podcasts; se han infiltrado en la mente del público. En algunos casos esta multitud es efectiva algunos oyentes/públicos de contenidos sobre crímenes reales avisan que hallan desahogo en sus oscuros relatos predilectos.
Ahora, las investigaciones revelan que el consumo de noticias sobre crímenes puede provocar un miedo excesivo en el espectador a convertirse en víctima y para aquellos que son supervivientes de actos violentos, el exceso de contenidos puede ser descomunal. Cuando se estrenó Dahmer. Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer ágilmente se convirtió en una de las series de TV más populares de Netflix pero también indujo críticas por parte de las familias de las víctimas que discurrieron traumatizante que el público retornara a hablar del caso.
El fenómeno del true crime en el ámbito documental
En inicio del siglo XXI, los documentales True Crime han asumido una mayor presencia en el ámbito de consumo y distribución de contenidos audiovisuales, atenuando una discusión a nivel mediático sobre los casos judiciales exhibidos dentro de su contenido narrativo al alternar una reconstrucción y seguimiento descriptivo de múltiples hechos reales que confluyeron en tragedias de índole policial, este tipo de documentales atenúan un vínculo angosto entre la representación cinematográfica y lo real que ha revitalizado la habilidad documental contemporánea desde un punto de vista ético. A través del estudio del caso The Jinx: the life and deaths of Robert Durst, documental que ha asumió notabilidad en el ámbito público y judicial reciente se analiza desde las vértices del modelo tríadico del signo propuesto por el filósofo y científico estadunidense Charles Sanders Peirce en específico sobre cómo una cualidad de significación que concede aforo a la realización documental para introducir las texturas de lo real a un nivel inicial. Como fue un hito del género fue The Executioner’s Song de Norman Mailer (1979), el primer libro de este género en ganar un Premio Pulitzer.
En la actualidad uno de los subgéneros del cine documental que mayor efecto y circulación ostenta es el respectivo al formato true crime, tanto a nivel de la televisión habitual como en lo que atañe a los servicios de streaming a nivel mundial. Este ejemplo de producción audiovisual se identifica por narrar desde el discurso documental hechos policiales y/o judiciales que han asumido gran efecto a nivel social debido a la complejidad y las múltiples aristas de investigación de los casos presentados. En el siglo XXI, el true crime ha sido examinado por servicios de streaming como Netflix con muestras a nivel global.
Déjeme enfatizar algo trascendental, el miedo es un sentimiento inherente al hombre y en buena medida se afecta con lo inexplorado. Los instintos y emociones humanas son una contestación al entorno del individuo y se desdoblan en torno a fenómenos cuyas motivos y efectos eran perfectamente evidentes, mientras que aquellos que no lograban ser percibidos acabaron una formación exclusiva que generó sensaciones de asombro y temor. Esta sensación de miedo resistió en el siglo XX una radical revuelta ya que una nueva clase de ser emprendió a concebir asombro y terror en la sociedad convirtiéndose en una nueva clase de “monstruo”: el asesino en serie o serial.
- Se encauza en el arquetipo del asesino serial o en el personaje que revela las tipologías psicológicas de este grupo, así como en sus acciones. Esto da lugar a que ingresen en escena tres disímiles tipos de asesinos seriales: el psicótico, que no tiene clara las diferencia entre realidad y alucinaciones que puede ser catalogado como “loco”; el psicópata que dista visiblemente entre lo real y lo no real tiene una vida figuradamente normal (Hannibal Lecter, en la película The silence ot the lambs); y el sociópata que declara a temprana edad indicios antisociales violentos.
- Segundo, se aprecia el modo, la firma y las exaltaciones del asesino serial. Esto puede dar como secuela diversas exposiciones discursivas: las que se concentran únicamente en los aspectos psicológicos del criminal sin agrupar demasiado sus acciones; las que procuran un equilibrio entre psicología y acción (el criminalista Dexter en la serie Dexter); y aquellas que se preocupan por la correlación crímenes-investigación que abordan esencialmente la praxis de los investigadores (los casos de la serie Criminal Minds).
- Centrarse únicamente en la psicología del criminal serial o mostrar un tipo de duelo entre este y el investigador, indagando la psicología de ambos. Un perfil discursivo-textual que está presente en Psicosis, aunque es tendida por el propio (Thomas Harris en la película The Red Dragon), que es intensamente popular en la actualidad.
- Rompe el modelo policíaco al quitar la máscara al lector o espectador quién es el criminal, aunque conserva en la ignorancia al investigador. Son estéticas de rastros sangrientos que va dejando el criminal, debe identificar y evitar nuevos crímenes. Este cuarto componente es el que concierta los dos textos de Thomas Harris se conserva en las adaptaciones cinematográficas de Michael Mann, Brett Ratner y Jonathan Demme.
La estética del thriller serial se edifica a través del asesino en serie de su psicología y de sus sangrientos actos, pero solicita de una serie de compendios que interactúen con él para condescender una estética correcta del thriller serial. Esto hace ver que interactúan dos desemejantes cercos estéticos: el marco espacial y las emociones formadas y el crimen mismo. Estas disimilitudes estéticas se localizan respaldadas en las ideas de Edmund Burke y Thomas De Quincey. La práctica excelsa estética del thriller serial instituye una correspondencia con los axiomas estéticos de Edmund Burke que florecieron en la teoría de la estética de la novela gótica inglesa del siglo XVIII. Esta disposición no se da al azar, dado que el thriller serial conserva constreñidos relaciones con el gótico y las literaturas policíacas; ya que utiliza la atmósfera, la ambientación y la psicología torcida de la primera y la adecua a la miseria del mundo contemporáneo a través de la figura del asesino en serie. De acuerdo a Burke la mente humana se encuentra en un estado de indiferencia que no se puede mancomunar con el placer o el sufrimiento. Una apatía que con vuelca en un muro que aparta a uno del otro que tiene como secuela que las diferenciaciones de ambas emociones que no se eliminan recíprocamente.
Termino ávidos lectores con un apunte interesante, en el año 2006, la editorial en línea Associated Content expuso que desde inicios del siglo XXI, el género de crimen es el que ha tenido un mayor aumento en ventas, gran parte de esto se debe a la destreza de reciclar materiales y la publicación de numerosos volúmenes de los mismos autores que prorrogan levemente en actualizaciones menores. La totalidad de los lectores de libros de true crime son mujeres.