EN UNA PROFECÍA
GUILLERMO ALMADA
Sugerir lo improvisado.
Vivir a tiempo.
Acunar historias
que nos involucren.
Embarcarnos en una profecía.
Hacer, por diversión,
un viaje al Tártaro.
Reírnos de los tristes personajes
de los Campos Asfódelos.
Terminar bebiéndonos la noche
hasta la última estrella.
Pasar la resaca entre sonetos de Verlaine,
y caminar descalzos
sobre las cenizas de un amor ingrato.
Entenderle al otoño
sus ocres y amarillos,
y dar a luz a un Dios
al que no crucifiquen.
Escuchar a Satié
sin modificar el ánimo.
Escribir un poema de silencios.
Trasladar a cuestas una cornucopia.
Beber hidromiel de Escandinavia,
y brindar a la salud
de todos los fantasmas.
En definitiva,
vivir lo que nos queda concretando locuras.
Livianos de equipaje,
sin culpas ni rencores
¡No olvides las monedas!
Que son para Caronte.