SOLTICIOS
A PULSO DE TINTA
GABRIEL AVILÉS
Fallezco cada mañana, recorriendo las mismas aceras, de saludar al hombre de las manos sucias, de ver caer solsticios, ocultando mis lágrimas en la frustración de los perros meneando la cola.
Pariendo líneas con más pena que gloria y sentirme pusilánime mientras mi mente añora su cadáver.
Conforme transcurren los segundos, el hedor germina de mis cicatrices, del peor es nada, de la añoranza que caduca conforme me vuelvo más decrépito.
Termitas caminan en las paredes y crean el estigma de inferioridad, de lo bizarro que soy ante un espejo.
Me urge una metáfora para acostumbrarme a la inmolación, una metáfora:
Visceral
Canalla
Demencial
Desgraciada
Perversa
Letal
Que me abrace con arraigo
Y me amarre de bruces
Porfío: mi muerte proviene del hastío, del encierro a contraluz, de este domingo que amedrenta el atardecer con exilios.