Editorial

Piste cyclable – Miguel Ignacio Miranda

 Miguel I. Miranda

Conversaciones del Taller Malix

Tema 6: De viaje

Parte 1

 

Piste cyclable

Miguel Ignacio Miranda

 

En el kilómetro 82 está acordonada un área de varios metros cuadrados con cinta amarilla que dice: ligne de police-à ne pas traverser. Hay una patrulla de policía de la Ville de Mont-Tremblant. A prudente distancia se encuentran varios ciclistas, algunos se espantan con lo que ven y se van despavoridos. En este país los mirones son muy mal vistos. Una mujer mayor ha dado un alarido y ha salido a toda prisa en su e-bike, alejándose lo más pronto posible, pálida. Probablemente vio la mano chorreante de sangre de la víctima. En estos momentos, uno de los polis, un güero enorme con tatuajes en los brazos, se aleja del cuerpo y se mete entre la maleza del bosque con la intención de vomitar, al menos su cara pálida y verdosa dice eso. Este pueblo no está preparado para ver un matadero como los que suceden en mi pueblo. Acá las emergencias se reducen a caídas en bicicleta y a infartos de viejitos. El cuerpo descuartizado podría decirse que está en decúbito supino —haciendo honor a la verdad, y a la distancia en que me encuentro, se antoja muy mamón decir eso, ni que fuera Quincy—: una pierna está doblada hacia adentro y la otra da la impresión de que está quebrada en tres partes, el tronco está abierto y da la impresión de que mana sangre todavía por el vientre que es ahora una panza: un agujero parecido a un volcán minúsculo incendiado por sangre y vísceras. La cabeza mira hacia abajo, como a tres cuartos de perfil, separada del cuerpo. El policía regresa, va directo a la patrulla, una camioneta Ford Escape. De la parte trasera saca una manta, supongo que es para cubrir a la víctima, pero vuelve a la cabina y toma el radio de la patrulla, algo dice, alguna clave, escucho la guturalidad de su francés quebequense, su cabeza gira unos cien grados para evitar ver el cuerpo y entonces da conmigo. Me ve directo a los ojos y enmudece, solo se escuchan interrogaciones que provienen de la radio. Yo hago como que la virgen me habla y enruto mi bici lo más rápido posible camino abajo. Evitaré voltear hacia atrás en los próximos cuatro kilómetros que me separan de casa. Cuando llegue, entraré corriendo y le diré a Norma que ya dieron con Casandra. Solo espero que el policía tatuado se olvide de mí.

 

Miguel I. Miranda es cofundador de Malix Editores, diseñador editorial y profesor universitario, coleccionador de entelequias y apasionado lector. Estudió diseño gráfico y ejerce en todos los terrenos de la creatividad y la comunicación. Desde hace algunos años publica reseñas literarias, cuentos y otras divagaciones en diversos medios y tiene un libro de cuentos publicado Antología de nada.

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