Editorial

Diario de un rostro de Raúl Castelo – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Diario de un rostro de Raúl Castelo

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Fb: Ediciones Ave Azul X: @adairzv YT: Ediciones Ave Azul Ig: Adarkir

 

La literatura cobra muchas formas, según las necesidades de quien crea. A veces, los causes son conocidos, son bien delimitados, y se desplazan a través de géneros claramente distinguibles. Otras, es necesario partir de un sitio desconocido para ver el sitio al que tenemos que llegar, sin pre-juicio, sin la mancha de empujar la barca a las aguas deseadas. Este es el caso del “poemario” “Diario de un rostro”, del psicólogo y escritor Raúl Castelo Hidalgo, que a lo largo de su extensión construye en ensayo poético, con trazos de diario, y profundas iteraciones reflexivas. La lectura en sí misma es una experiencia adaptativa, e invita al lector a conocer a profundidad a su interlocutor; no importa que sea un narrador consciente o figurativo. El libro se encuentra dividido en tres secciones, con un total de 45 textos. Impreso por Alja Ediciones en 2022, con 89 pp. La imagen de portada es un cuadro de Cézanne (Les joueurs de cartes).

Hay tres ejes temáticos en la obra de Raúl, comenzando por el erotismo en su veta más pura, abordando un hedonismo existencialista que busca no sólo su sitio en el mundo, sino su propio significado. Una segunda línea temática es la corrección de la injusta realidad, plagada de inequidades, violencia, dogmas brutales; donde incluso se reconoce con algo de inocencia, sabiendo que cae en sí mismo como un error. La tercera línea es un recorrido por sus principales influencias, tanto académicas como artísticas, que hilvanan la compleja manta que engloba todo el poemario. Así, podemos ver aparecer a escritores, filósofos, personajes de la historia, que sirven para fincar el discurso dentro de sus causes fundamentales. El autor apertura su obra declarando: “La atención me remite a un espejo, me observo desnudo, en detalle, atiendo y me atiende el ambiente, discrimino mi cuerpo y comunico al cosmos mi historia…”. La necesidad de percibir y reconocerse a sí mismo, como entidad meta humana, guiará todo el documento, Virgilio renovado.

El objetivo de Raúl es ayudarnos a despertar de las dormitancias del espíritu, y justo en ese proceso entiende que aún le falta por alcanzar una mayor libertad, por lo que se decanta en definirse a sí mismo antes de indicarle el camino a otros. Su corazón es lo sensorial, lo que yace por encima y por debajo de la piel, no reducido al animalismo más cruento, sino que jala las hebras de cada uno de sus componentes antes de comenzar a hilar su propia conciencia. Así, nos comenta que “…desacralizar el amor para crear el amor natural y con su raposa voz me diga: Baja las defensas de la mirada…” es un proceso donde se reconocen los individuos, para después extenderse a los demás sin ser una carga, entender la felicidad como un estado pleno de comprensión de su entorno político, pero también carnal, afianzando la revolución en el orgasmo sobre la piel; que traerá libertad al ser amado, en verbo activo, que hace lo mismo, a su manera, antes de revelarse como un colectivo. Declara: “Autoconservación es erotismo, hambre y amor no opuestos en la “Vida Viva””. Existir no sólo a partir de mecanismos de preservación biofísica, sino emocionales, sensoriales y metafísicos.

Un elemento clave de su obra es la conciencia social, donde la naturaleza política del individuo-comunidad se expresa mediante su ideario político de la libertad y la justicia social. Porque no se disocia de los elementos que conforman ni a su persona ni a su pensamiento, ya que somos resultado de lo que creemos, lo que decimos y lo que hacemos. Pensar en el otro/otros, requiere tener una conciencia existencial sobre su calidad, su bienestar y la posición relativa que ocupa respecto a uno mismo. En ese sentido, el erotismo es indisoluble de la materialidad en la que acontece el individuo, de su relación con otros, y en especial, consigo mismo dentro de la complejidad de sus experiencias-conocimientos. “El enojo siempre estuvo, enojo de la injusticia, enojo para imponer respeto”, dice, con la sensación amarga no sólo del propio individuo, sino de su relación con la historia y las naciones que han entorpecido la libertad de tan floridas maneras. Lo que me parece completamente válido, ya que tanto el arte como la vitalidad con la que se respira, tienen que entrar en comunión con lo que se piensa y como se actúa dentro de esa colectividad donde operamos.

Es tangible la academia en sus pensamientos, lo nutrido de sus referencias directas o indirectas, porque todo aquello es una argamasa en la que se define antes de hacer las declaraciones pertinentes. Construye poco a poco un discurso que busca incendiar las conciencias dormidas, pero que no se atreve a señalar el destino, porque el proceso de descubrimiento pertenece a cada lector, y afina sus percepciones a lo que ha construido dentro y fuera de su tiempo. La imagen del otro, la otredad desnuda y deseada, se extiende en la metáfora del placer físico, ya que completa la experiencia humana, y encuentra en la literatura un sitio en el que fincar ese laberinto por el que hemos de transitar, a veces inconscientes, por la existencia.

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